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D.O Alella


Los vinos blancos y florales de Alella y los tintos, menos conocidos, proceden de una antigua área de viñedos que ha disminuido progresivamente durante los últimos cuarenta años debido a la presión urbanística, hasta el extremo de convertirse en una de las comarcas vitivinícolas más pequeñas de la geografía española. En la actualidad, ocupa sólo una tercera parte de la superficie que correspondía a la D.O. cuando fue establecida, en 1956, a pesar de que en 1989 se amplió el territorio a las pendientes de las montañas cercanas a la costa.

En los años ochenta se introdujeron nuevas variedades de uvas y se modernizó la elaboración del tinto, revelando su nuevo potencial. Las bodegas son masías urbanas construidas siempre sobre las pendientes de las montañas que dan al mar .

La altitud a la que se sitúa la explotación determina qué variedades se cultivan, y qué clase de vino se hace en una determinada parte del viñedo.




El vino se ha elaborado en Alella desde los tiempos de los romanosy, posteriormente, también se vendía a la corte de Aragón. En los archivos de Barcelona, estos caldos aparecen como uno de los favoritos de la nobleza. Sin embargo, Alella sufrió gravemente la filoxera a finales del siglo XIX. Las vides fueron replantadas con raíces americanas, y el vino actual es en gran parte producto del trabajo realizado desde el final de la Guerra Civil.

En los años veinte esta zona era famosa por su Cava. Las primeras normas de la D.O. fueron elaboradas en 1953, después de que los vinos comenzaran a alcanzar tal éxito que el nombre empezó a utilizarse en otros lugares.



La D.O. Alella toma su nombre de una pequeña ciudad situada a 15 km al norte de Barcelona. Los viñedos se extienden, protegidos por la Sierra de Parpers, desde la costa interior a las laderas de la montaña y crecen en las pendientes, con diferente orientación.

Los viñedos más bajos, situados a 60 metros de altitud, crecen en suelos pardos meridionales sobre rocas ígneas, con afloramientos de esquisto, en un valle abierto al mar. Los más altos, formados por cuatro nuevos distritos conocidos como Vallés, se encuentran sobre roca caliza y al abrigo de las montañas.

El mantillo del suelo de ambas áreas es bastante arenoso y se conoce como saulo (arena de granito casi blanca que proporciona una elevada porosidad así como una excelente retención del calor). El río Besòs marca el límite occidental de la zona de cultivo.



Los viñedos más viejos, situados cerca de la costa y a una altitud de entre 60 y 90 metros, se encuentran en un clima totalmente mediterráneo, con inviernos suaves y veranos calurosos. Los más jóvenes se ubican en las zonas más elevadas y frescas, con un clima más continental, guarecido de las brisas del Mediterráneo.

La temperatura media es de 15,8° C y las heladas suponen un peligro para los vides, especialmente para las más jóvenes situadas en las zonas más altas. Allí pueden dañar las flores en la primavera o las propias uvas en el otoño, justo antes de la cosecha.

Es un clima bastante seco y las lluvias se presentan sobre todo en forma de tormentas a finales de verano y principios del otoño. Las precipitaciones rondan los 600 mm anuales.





La D.O. Alella se caracteriza por poseer una amplia variedad de uvas, muchas de ellas autóctonas de Cataluña, aunque las principales son Pansá Blanca (Pansà Blanca en catalán) y Chardonnay para los vinos blancos, y Garnacha, Ull de Llebre (Tempranillo) y Merlot para los tintos.

Las vides más viejas crecen de forma libre, mientras que las jóvenes son colocadas en espalderas de doble cortina. La densidad de las vides se sitúa entre las 2.000 y las 3.500 por hectárea. Puesto que el drenaje es bueno, la tierra no siempre necesita estar dispuesta en terrazas. El rendimiento es relativamente elevado en comparación con el resto de España.




Casi toda la vinificación se realiza con las técnicas más modernas. La tecnología del acero inoxidable se encuentra muy enraizada en la zona y con ella se elaboran los deliciosos vinos blancos que tan conocidos son fuera de Alella.

Algunos productores también fermentan las uvas tintas en depósitos de madera para elaborar los vinos tintos y los conocidos como Garnacha rancios. Para hacer estos últimos, las uvas se fermentan completamente y después se trasladan al exterior para que reposen con la luz directa del sol, donde gradualmente se ennegrecen. El Garnacha rancio es muy popular en la zona y posee un pequeño pero significativo mercado en el norte de Cataluña.


Alella posee seis tipos de vinos. Los más importante son los blancos, de los que hay dos elaborados con variedades autóctonas: el tradicional, procedente al 100% de la uva Pansá Blanca y sometido a un envejecimiento de seis meses antes de ser embotellado; y el 100% Chardonnay que puede o no pasar por un envejecimiento en barrica de roble. Asimismo, también se elabora un blanco producto de la mezcla de las uvas Pansá Blanca, Macabeo y Chenin Blanc.

Los blancos Crianza deben pasar tres meses en barrica.

También se elaboran en cantidades más pequeñas vinos tintos, rosados, de aguja, Cava y generosos. Los tintos también pueden ser Crianza, para lo que necesitan ser sometidos a un envejecimiento en barrica de seis meses.


AÑO CALIFICACIÓN
2007
2006
2005
2004
2003
2002 MUY BUENA
2001 EXCELENTE
2000 EXCELENTE
1999 MUY BUENA
1998 EXCELENTE
1997 EXCELENTE
1996 MUY BUENA
1995 MUY BUENA
1994 MUY BUENA
1993 EXCELENTE
1992 BUENA
1991 EXCELENTE
1990 MUY BUENA
1989 MUY BUENA
1988 BUENA
1987 BUENA
1986 BUENA
1985 BUENA
1984 BUENA
1983 EXCELENTE
1982 EXCELENTE
1981 MUY BUENA
1980 REGULAR
1979 EXCELENTE
1978 MUY BUENA
1977 BUENA
1976 REGULAR
1975 MUY BUENA
1974 REGULAR
1973 REGULAR
1972 MUY BUENA
1971 REGULAR
1970 MUY BUENA
1969 REGULAR
1968 EXCELENTE
1967 EXCELENTE
1966 BUENA
1965 REGULAR
1964 MUY BUENA
1963 BUENA
1962 BUENA
1961 BUENA
1960 BUENA



D.O Toro

Toro es una histórica área vinícola que ha regresado con fuerza en los últimos quince años con un vino tinto rico y potente basado en la uva autóctona Tinta de Toro (variante local de Tempranillo).

Los vinos comenzaron a mostrar su potencial después de que una nueva generación de enólogos cualificados comenzara a trabajar en la zona, a lo que se sumó la necesaria inversión realizada en equipos de acero inoxidable a partir de los años ochenta. En la última década también se han introducido continuas mejoras en los métodos de vendimia.

Lo que hace especiales a los vinos de Toro, y lo que les ha dado fama desde tiempos medievales, es la combinación de fuerza, buena fruta, frescura, acidez y el talento de los viticultores de la comarca para conseguir una óptima maduración . Los resultados de sus vinos en diferentes catas realizadas por todo el mundo demuestran que las inversiones realizadas en el pasado empiezan a dar sus frutos.

Los productores locales consideran vinos jóvenes a los que tienen dos años; Crianzas, a los que tienen de cinco a nueve; Reservas, a partir de los trece años y Grandes Reservas cuando alcanzan los veinte años.




En Toro se elabora vino desde finales del siglo I a.C., cuando los griegos enseñaron cómo hacerlo a las tribus celtas locales. Después, en la temprana Edad Media, estos vinos fueron los primeros en comercializarse de toda la región del Duero.

Alfonso IX otorgó tierras en esta comarca a las órdenes religiosas, como a la de la Catedral de Santiago de Compostela, que carecían de vides en sus regiones de origen. De hecho, de las cuarenta iglesias y conventos que existen en la antigua ciudad de Toro, muchas fueron construidas gracias a la riqueza generada por el vino. Todo esto fue dando reputación a ese tinto, que empezó a ser vendido a otras ciudades, como Sevilla o Palencia, hasta el punto de que, éstas, se vieron obligadas a promulgar leyes proteccionistas. En esa época, los productores construían bodegas subterráneas para conseguir una mayor calidad al controlar mejor la temperatura.

A finales del siglo XIX, grandes cantidades de vino fueron enviadas por tren a Francia durante la crisis de la filoxera, que no afectó a los viñedos de la zona, protegidos por su suelo arenoso. Por esta razón, vides de otras zonas castellanas afectadas por la filoxera fueron reemplazadas por otras procedentes de Toro.


La D.O. Toro está situada al sudeste de la provincia de Zamora y sus viñedos limitan al noroeste con la D.O. Rueda. Están a su vez divididos entre el sur de Zamora, donde se sitúa la gran mayoría de los mismos, y la provincia de Valladolid, en la que penetran unos pocos kilómetros. La importancia de estos viñedos ha sido tal que ellos han dado su nombre a la comarca y a la pequeña e histórica ciudad de Toro, situada sobre el río Duero, en el norte del área de cultivo.

Los viñedos se encuentran a una altitud de entre 650 y 825 metros sobre el nivel del mar, principalmente en un terreno suavemente ondulado con pendientes muy ligeras al sur del río Duero. En la parte norte del río están los viñedos de Morales de Toro y Pedrosa del Rey, que fueron añadidos con posterioridad a la creación de la D.O.

Predominan los suelos fluviales en los valles próximo al río Duero y a sus afluentes: Guarena, Talanda y Hornija. En el norte hay caliza y, lejos de los ríos, los terrenos tienden a ser secos y arenosos con un subsuelo pedregoso y pobre en materias orgánicas, pero bien drenados.




El clima es continental extremo, con veranos largos, calurosos, y a veces muy secos, y con inviernos muy fríos. Las temperaturas pueden caer hasta los 10 grados bajo cero y la pluviosidad varía desde los 300 mm en el norte de la región hasta los 400 mm en el sur.

En invierno, los vientos pueden traer inesperadas lluvias adicionales. Las heladas son un riesgo entre octubre y la primera semana de mayo, y los viñedos situados en la baja planicie son susceptibles de ser azotados por fuertes vientos.


La variedad autóctona de uva Tinta de Toro, adaptada de la Tempranillo, ha sido progresivamente replantada entre los años 1996 y 2001, lo que se ha traducido en un incremento de su cuota del 60% a más del 75% de los viñedos. Este proceso todavía continúa, paralelamente a la concentración de viejos minifundios que se encontraban desperdigados.

Tinta de Toro es la uva principal de la denominación, pero no la única: hay otras variedades como Garnacha Tinta, Malvasía y Verdejo que se cultivan en menores cantidades para elaborar vinos rosados y blancos. Merlot y Cabernet Sauvignon han comenzado a cultivarse de forma experimental.

Debido a la larga y calurosa estación veraniega (alrededor de 230 días), los racimos maduran muy pronto y están listos para su recogida dos semanas antes que en Rioja. Las vides son plantadas de forma libre en vaso o en espaldera. Debido a que los terrenos son secos y arenosos, muchas vides son injertadas para prevenir la filoxera.



Las seis bodegas originales de la D.O., en manos de familias o cooperativas, han invertido en el transcurso de los últimos veinte años en modernos equipos de acero inoxidable; por otro lado, quienes han llegado a la comarca para invertir en la industria del vino han construido bodegas dotadas con las últimas tecnologías. Junto a ellas, sin embargo, las antiguas bodegas subterráneas están siendo rehabilitadas y reabiertas.


Toro ha consolidado su reputación en los últimos tiempos gracias a sus grandes tintos, ricos y complejos en aromas y sabores. Todos los tintos son elaborados supuestamente al 100% a partir de la variedad Tinta de Toro, pero algunos viticultores añaden un poco de Vermejo, Garnacha o, incluso, Cabernet Sauvignon. En este clima, la uva Tinta da lugar a excelentes vinos jóvenes, aunque un cuarto de los tintos se reservan en la actualidad para crianza. Las regulaciones sobre el envejecimiento siguen los estándares nacionales.

También se elaboran pequeñas cantidades de blanco y rosado. Los blancos dulces son elaborados con la uva Malvasía, mientras que los caldos fermentados en frío son frescos y secos con doble cuerpo, con un fuerte sabor afrutado y un final seco que la Malvasía les confiere cuando ha sido tratada y fermentada correctamente. Los rosados suelen estar elaborados con Garnacha, con entre 12 y 24 horas de maceración, y son jugosos y robustos.


D.O. Ribera del Duero

La Ribera del Duero está bendecida por una combinación única de tierra, microclima y una uva autóctona que produce unos magníficos y complejos vinos tintos. En esta altitud, la Tempranillo (también conocida en esta zona como Tinta del País o Tinto Fino) crece con una fina piel y una acidez con la que se producen deliciosos vinos jóvenes, pero que a la vez tienen la capacidad de envejecer magníficamente para dar lugar a Gran Reservas. Los vinos tintos se elaboran con un 75% de esta variedad, y el resto con uvas autorizadas.

Tras la creación de la Denominación de Origen en 1982, muchas zonas de viñedos fueron replantadas. A partir de ese momento, bodegas de todos los tipos, desde pequeños negocios familiares a grandes cooperativas, pasando por bodegas individuales, comenzaron a invertir en las más moderna tecnología de elaboración del vino. De igual modo, muchas familias que durante generaciones cultivaron y vendieron sus uvas a las bodegas de la zona comenzaron a construir sus propias bodegas. Al mismo tiempo, el Consejo Regulador ha estado trabajando desde entonces en la promoción genérica de los vinos amparados, tanto a nivel nacional como internacional.

Toda esta sabiduría colectiva adquirida en los últimos años ha tenido un enorme impacto sobre la calidad de los vinos, que ahora se exportan a todo el mundo. En la actualidad, la D.O. Ribera del Duero es posiblemente, junto a La Rioja, Cava y Jerez, una de las más afamadas del país.

Existe un Museo del Vino en el Castillo de Peñafiel (Valladolid) y un Centro de Interpretación del Vino en Aranda del Duero (Burgos).



La forma actual de hacer vino proviene de la tradición medieval,cuando los viñedos se extendían a las afueras de los monasterios. En el siglo XVI, la elaboración de vino, a partir de la Tinta del País, constituía la principal actividad económica del valle. Ya en 1650, las bodegas de Aranda de Duero produjeron seis millones de litros de vino. En esta época, las cuevas subterráneas horadadas profundamente en la tierra eran vitales para controlar y almacenar el vino en la madera.

En 1864, una bodega llamada Vega Sicilia se instaló aquí por don Eloy Lecanda Chavés, quién plantó vides de Burdeos y aplicó los métodos franceses para elaborar vino. En aquel entonces, los caldos se introducían en barriles de fermentación abiertos y, finalmente, se dejaban madurar en madera durante diez años antes de proceder al embotellado y la posterior venta. De esta forma, la bodega adquirió una categoría legendaria, que mantiene hoy día y que le ha llevado a convertirse en una influencia clave en la manera de elaborar el vino en esta zona. Asimismo, ha marcado unos estándares de calidad muy altos en la Denominación de Origen. En la actualidad, los viticultores castellanos están más cerca de los modos bordoleses que de los riojanos, y sus vinos, plenos de potencia, estructura y sabor, tardan tiempo en redondear sus atributos dentro de la botella y en desarrollar sus elegantes aromas.

En otros viñedos y bodegas predominaron los vigorosos rosados hasta que se creó la Denominación de Origen en 1982. regulándose y estableciéndose los parámetros de calidad de los vinos amparados.


La Ribera del Duero se sitúa en el sureste de Castilla y León, en la parte más alta del Duero, y se extiende desde el este al oeste, formando un extenso canal en la parte alta de la meseta. Las más de 20.000 hectáreas amparadas por el Consejo Regulador abarcan en la actualidad 104 municipios, dispersados entre las provincias de Valladolid, Burgos, Segovia y Soria. Las principales ciudades de la denominación son Aranda de Duero, Peñafiel, Roa y San Esteban de Gormaz

En términos generales, se puede decir que la meseta se inclina hacia abajo desde el este hacia el oeste con una altitud media de 750-850 metros. Los viñedos se extienden a lo largo de 110 kilómetros del río, penetran hacia el este en la provincia de Burgos, hacia el oeste en Valladolid, e incluso se adentran con unos pocos viñedos en el sur de Segovia. Las plantaciones se localizan al norte y al sur del río, desde las riberas hasta los picos más altos donde el valle encuentra la meseta. Las vides se van acabando a medida que se avanza hacia el oeste, donde el valle declina.

El terreno varía considerablemente. Las riberas y las tierras bajas con agua muy cerca de la superficie se denominan campiña y terrazas. Las zonas inclinadas que se sitúan por encima de ellas, los mejores terrenos para las vides, reciben el nombre de laderas, mientras que las zonas escarpadas, no recomendadas para la plantación, se llaman cuestas. Por encima de éstas, se localiza el denominado páramo, tradicionalmente destinado al cultivo de cereales. Algunos cultivadores están empezando a plantar vides en estos terrenos. La orientación de las cuestas es importante: por lo general, las que están orientadas al sudeste son las más valoradas.

El factor clave en la calidad de la tierra de los viñedos es la cantidad de piedra caliza y tiza que contienen: más del 33% (el 9% tiza activa) en el suelo del oeste y alrededor del 50% (18% tiza activa) en el este. Algunos terrenos tienen tal cantidad de tiza que parecen casi blancos.

Los suelos de esta zona son complejos. En la campiña, al pie del valle, son aluviales con arena y arcilla. En la parte más alta de los lados del valle, donde se asienta el páramo, se compone de piedra caliza y tiza en el este, y de tiza, en el oeste. Hacia el este, las laderas más bajas son de arcilla y marga, mientras que en las cuestas más bajas predomina la piedra caliza, la arcilla y la marga. Las laderas más altas están formadas por arcilla y marga. En el oeste, las más bajas se componen de arena sobre arcilla. Las pendientes más bajas son de marga con algo de yeso, mientras que las superiores son de marga calcárea.


El clima del valle del Duero oscila entre el frío extremo de la meseta durante el invierno, propio del clima continental,y las características del clima mediterráneo, como el calor y la sequedad.

Protegido de los fríos vientos, cuenta con precipitaciones moderadas o escasas: llueve entre 75 y 90 días al año, sobre todo en primavera y otoño, con el aporte adicional de la humedad que proporcionan las nieblas del Duero. Los veranos son calurosos y secos. A pesar de ello, en el verano la evaporación puede ser mayor que las precipitaciones desde mediados de junio a mediados de septiembre, cuando durante el día la temperatura media oscila entre 25-32º. Sin embargo, estas temperaturas caen bastante durante la noche debido a la altitud, permitiendo a las vides refrescarse y descansar, algo muy beneficioso para ellas.

Las heladas son una constante preocupación desde finales del otoño hasta la primavera. Ocasionalmente, la temperatura puede caer hasta -20º. El viento también puede amenazar a los viñedos.


La principal variedad es la Tempranillo, también conocida como Tinto Fino o Tinta del País, presente en más del 90% de los viñedos. Sin embargo, existen otras cinco variedades aprobadas, tres de ellas históricas: Merlot, Malbec y Cabernet-Sauvignon.

La Garnacha Tinta (también conocida como Tinta Aragonesa) se utiliza principalmente para la producción de los rosados. La uva blanca Albillo se emplea en algunas fases de la elaboración del vino.

En los viñedos más viejos las vides se plantan en terrenos cuadrados de tal forma que no necesitan de ningún soporte para sustentarse. Por el contrario, en los más nuevos las vides se colocan en espalderas. Todas las vides son injertadas en rizomas americanos, que varían dependiendo de los suelos. La preocupación de los viticultores comienza en la propia viña, donde la selección de la uva es exhaustiva para que luego en la bodega proporcione los mejores resultados.

Por lo general, las vides son muy sanas, aunque a veces pueden sufrir alguna pequeña complicación a causa del clima extremo, la sequedad y los suelos agotados.

La vendimia empieza generalmente los diez primeros días de octubre. Sin embargo, esta fecha depende del clima.



Las modernas técnicas de elaboración del vino de la Ribera del Duero producen unos caldos que se pueden beber jóvenes, aunque cada vez más bodegas exploran las posibilidades del envejecimiento.

Las bodegas varían mucho. Las más modernas cuentan con los últimos equipos de acero inoxidable y están diseñadas para aprovechar la gravedad y la energía solar. Las uvas son despalilladas antes del prensado, y la fermentación alcohólica se realiza utilizando la piel de las uvas tanto tiempo como sea necesario. El nuevo vino se pasa entonces a otro tanque para que se produzca la fermentación maloláctica. Si es necesario se emplean tanques con agua caliente para ayudar en el proceso de fermentación. Este vino se puede pasar después a depósitos de acero, en el caso de los vinos jóvenes, o a barriles de roble en el caso de los Crianza, Reserva y Gran Reserva.

La pulpa de la uva de la primera fermentación se presiona, y los mostos resultantes pueden agregarse al vino principal para reforzar los taninos. También pueden utilizarse para elaborar otro vino por separado o venderse para su destilación. El vino puede filtrarse o no, dependiendo de las preferencias de cada bodega.

En los criterios de envejecimiento se sigue lo estipulado en el Reglamento de la D.O. y en la Legislación española vigente. Los tiempos se cuentan, respecto al año de la Vendimia, a partir del 1 de octubre para los Crianza y del 1 de diciembre para los Reserva y Gran Reserva.



La D.O. Ribera del Duero ampara vinos tintos y rosados. Los tintos deben contener al menos un 75% de Temparnillo (Tinto Fino o Tinta del País) y varían desde los jóvenes brillantes, frescos y muy afrutados a los más complejos Gran Reserva. A los dos años, los Crianza tienen una elegancia sutil y un aroma profundo. Sin embargo, estos vinos pueden mejorar aún más después de ese periodo.

Los mejores maduran más de diez años y en la década siguiente todavía mejoran aún. Muchos caldos se pueden beber jóvenes o tras sólo unos meses de envejecimiento.

Aunque la producción del tradicional rosado ha disminuido de forma importante respecto a las cantidades que se hacían hace 30 años, algunas bodegas de calidad lo están relanzando.


D.O. Cigales

La comarca de Cigales ha estado tradicionalmente asociada a vinos aromáticos y rosados . Sin embargo, los productores están comenzando a mostrar su interés por la elaboración de vinos tintos, siguiendo el ejemplo de otras denominaciones del valle del río Duero . Y, ciertamente, tanto por el suelo, el clima y las uvas de esta pequeña zona vinícola (tiene algo menos de 3.000 hectáreas) como por los primeros resultados alcanzados por las bodegas, el futuro es muy prometedor. De hecho, el Consejo Regulador está realizando un nuevo reglamento que tenga en cuenta todos estos cambios.

Mientras tanto, Cigales permanece como la Denominación de Origen más tradicional de Castilla y León . Las bodegas compran las uvas en los viñedos familiares, conocidos como majuelos, donde todos los trabajos de mantenimiento y vendimia son realizados generalmente por las propias familias.

Sin embargo, la D.O. Cigales esta empezando a atraer nuevas inversiones, que se están traduciendo en la elaboración de vinos más ajustados al gusto del consumidor moderno.




Al igual que otras denominaciones de la zona, Cigales abasteció de vino a Valladolid y a otras ciudades durante la época medieval. Mientras que Toro suministraba vino tinto y Rueda blanco, Cigales hacía lo propio con sus claretes. Estos vinos eran elaborados hasta fechas muy recientes en pequeños y viejos sótanos agrupados como hormigueros y próximos a las ciudades. A menudo eran compartidos por pequeños bodegueros y tenían una profundidad de unos diez metros.


La D.O. Cigales se encuentra situada justo al norte de Valladolid y sus viñedos se extienden por el norte hasta cerca de Palencia. La viña es atravesada por el río Pisuerga, que ha erosionado ligeramente las terrazas de su ribera derecha.

Los terrenos se encuentran a una altitud de 700-800 metros y son generalmente llanos. El suelo es marrón claro y está formado de arena caliza y gredas yesíferas que reposan sobre arcillas y margas. Su estructura es granular, débil, con escasa pedregosidad y carente de materia orgánica.




El clima es el característico continental de la meseta central, con influencia atlántica y fuertes oscilaciones térmicas. Las temperaturas bajan a menudo de los cero grados en invierno y suelen producir heladas hasta bien entrada la primavera, lo que puede convertirse en un riesgo para las cosechas. Los veranos son bastante cálidos y se alcanzan los 40º. Las precipitaciones son más bien bajas (425 mm) y se producen sobre todo en primavera y otoño.


Las variedades de uva son las clásicas del valle del Duero: Tinta del País (Tempranillo), Garnacha y Garnacha Grís. Las uvas blancas empleadas son Albillo y Verdejo, tradicionalmente usadas para proporcionar aroma al vino rosado. Las bodegas más grandes están experimentando con Cabernet-Sauvignon, Merlot y Sauvignon Blanc.

La vid suele estar plantada en vaso, mientras que los viñedos más jóvenes, la mayoría de Tinta del País, suelen estar sujetos con espalderas y en ocasiones incorporan sistemas de irrigación. La vendimia ha sido adelantada en los últimos años y comienza normalmente el 26 de septiembre.


Tradicionalmente, los vinos se trasladaban de los depósitos de fermentación a las tinajas situadas bajo tierra, donde permanecían en un ambiente frío y a una temperatura estable. Sin embargo, en la actualidad las bodegas se encuentran completamente modernizadas y provistas de equipamientos en acero inoxidable. Hay algunas que todavía fermentan en fibra de vidrio, empleando un dispositivo situado dentro del depósito que se encarga de controlar la temperatura. Los vinos tintos pueden ser elaborados tanto con métodos clásicos como por maceración carbónica.



Los tradicionales vinos rosados de Cigales se han modernizado y son más aromáticos y frescos de acuerdo a las tendencias del mercado. Los pioneros vinos tintos elaborados por unos pocos productores desde finales de los 90 incluyen mezclas experimentales. Una especialmente prometedora es la de Tempranillo con Cabernet-Sauvignon. Los resultados cosechados con estos caldos sugieren que existe un enorme potencial para conseguir un envejecimiento de gran calidad y unos excelentes Reservas

D.O. Ribera del Guadiana


Esta denominación de origen, la única de Extremadura, toma su nombre del río que recorre los viñedos de este a oeste. La D.O. Ribera del Guadiana aglutina seis subzonas que están divididas entre las dos provincias de la comunidad: Badajoz al sur, y Cáceres al norte.
En la actualidad hay una decidida apuesta por modernizar la viticultura y la enología, aunque cada una sigue conservando su propio estilo. Como resultado de todo ello se ha producido una sustancial mejora en los vinos de la zona y un profundo cambio en su elaboración, tanto de tintos como blancos.
La subzona de mayor extensión de viñedos es Tierra de Barros, que obtuvo fama exportando caldos con la categoría de Vino de la Tierra. La denominación de origen continúa apostando por nuevos métodos de trabajo, que van desde el fomento de nuevas variedades o la mejora de los métodos de vendimia hasta una modernización de las instalacciones con el aumento del parque de barricas.
Gracias a todo ello se está consiguiendo cambiar su anterior imagen de vinos de grado alto y sin excesiva estructura. Hoy día se apuesta por un mayor peso frutal en sus jóvenes y un buen ensamblaje de la barrica en sus caldos de crianza.


La denominación de origen fue reconocida por el M.A.P.A en 1999, con el nombre de Ribera del Guadiana. Entonces fueron aglutinadas las seis subzonas que unían a los productores de Vino de la Tierra.
Extremadura ocupa el segundo lugar de España en superficie de viñedo. Históricamente, los vinos han sido destinados a la elaboración de holandas para las bodegas productoras del Brandy de Jerez.
De las seis subzonas de la denominación de origen, Tierra de Barros, que cuenta con el 80% de los viñedos. Al norte, en la provincia de Cáceres, se sitúan Cañamero y Montánchez. La orografía es bastante accidentada y el cultivo se asienta sobre las laderas de las colinas. Los suelos son de distintas composiciones en cada subzona.
Cañamero agrupa cinco municipios de la Sierra de Guadalupe al este de la provincia. Es la subzona más alta, con una altitud media de 849 metros. Las vides son plantadas en las pendientes, en terrenos pobres sobre pizarra.
Montánchez, agrupa 27 municipios al sur de Cáceres, es una zona de colinas y valles con buenos terrenos, marrones y ligeramente ácidos. La altitud media es de 638 metros.
Tierra de Barros agrupa 36 municipios. El suelo arcilloso (de barro) presenta muy buena capacidad de retención de agua, así como considerable contenido en caliza. Su orografía poco accidentada ha facilitado la mecanización.
Más al sur, se encuentra Matanegra, que abarca 8 municipios. Los suelos son parecidos a los de Tierra de Barros, pero el clima es más fresco debido a su mayor altitud media, alrededor de 638 m.
La Ribera Baja, al oeste, se extiende a lo largo de la frontera portuguesa y abarca 11 municipios. Podemos encontrar suelos arcillosos y terrenos aluviales y una altitud baja, cercana a los 286 metros.
Finalmente, al este de la región se encuentra la subzona de Ribera Alta, con 38 municipios con una altitud de 427 metros y sobre un terreno arenoso y poco profundo.



Extremadura comparte el clima continental de la España central, con veranos muy cálidos que alcanzan los 40 grados e inviernos suaves donde las temperaturas rara vez bajan de los cero grados. En alguna subzonas las variables térmicas son un poco más acusadas debido a la influencia atlántica.
Las lluvias varían de una subzona a otra, aumentado de forma considerable en las áreas de sierra como Cañaremo. La pluviometría media está en torno a los 450 mm anuales. Los principales desafíos para los viticultores son la sequía estival y los efectos de las heladas primaverales.

En la Ribera del Guadiana se cultivan 29 variedades de uva, algunas incluso desconocidas en otras partes de España y que son consideradas como autóctonas.
Las variedades autóctonas en Tierra de Barros, y en Ribera Baja son Cayetana y Pardina, mientras que Borba o Alarije predominan en las otras tres zonas: Montánchez, Cañamero y en Ribera Alta. En Matanegra predomina sobre todo la variedad Eva o Beba de los Santos.
La densidad de las plantación varía entre 1.000 y 4.000 plantas por hectárea, conducidas tanto en vaso como en espaldera. La vendimia comienza generalmente sobre el 20 de agosto.
Las bodegas de la Denominación de Origen Ribera del Guadiana están equipadas con las más moderna tecnología enológica (depósitos de acero inoxidable, equipos de refrigeración, maceradores, ...) para la elaboración de vinos. También disponen de barricas de roble ( francés y/o americano) para la crianza de dichos vinos.

La renovación que se está produciendo en esta denominación está dando lugar poco a poco a grandes resultados en sus vinos, de excelente calidad y creatividad, y que están obteniendo reconocimiento en distintos eventos del mundo vinícola nacional e internacional.
Se elaboran vinos blancos, rosados y tintos. Cada vez son más los tintos que se destinan a crianza en barricas. También se elaboran vinos jóvenes monovarietales de Merlot, Cabernet Sauvignon y Syrah; pero la mayoría de los vinos tintos se elaboran a partir de la variedad Tempranillo.

D.O. La Mancha

Situada al sur de la Meseta Castellana, a unos 60 km. de distancia de Madrid, La Mancha es la región natural de mayor extensión de España, ocupando una superficie de 30.700 Km2 , lo que supone la mitad del total de las 4 provincias que la conforman. El Reglamento de la Denominación de Origen “LA MANCHA” da cabida a un total de 182 términos municipales: 12 en la provincia de Albacete, 58 en Ciudad Real, 66 en Cuenca y 46 en Toledo; si bien están previstas algunas modificaciones del texto con el fin de excluir a los términos que no tengan al día su situación registral.

La región tiene una acusada vocación vitícola derivada de un conjunto de características que le son intrínsecas y naturales para la producción de uva y, como consecuencia, de unos vinos con peculiaridades definidas . Se podría decir que LA MANCHA es una zona ideal para el cultivo de la vid porque, aunque el rendimiento por hectárea de viñedo no es muy elevado, la calidad de sus frutos, el ciclo de maduración de los mismos y la salud de sus vides son extraordinarias.

Atrás ha quedado ya esa imagen que asociaba a LA MANCHA con una inmensa planicie de tierra árida en la que se producía mucho vino, pero sin prestar atención a la calidad de éste. Hoy día, los vinos manchegos no tienen nada que envidiar a los vinos más prestigiosos del mundo, entre los que sin duda alguna se encuentran.

Es además, la región vitivinícola más extensa del mundo, con 191.699 hectáreas de viñedo acogidas a la Denominación de Origen “La Mancha”, una cifra verdaderamente escalofriante que posibilita que en la Zona de Producción “La Mancha” se produzca gran parte de todo el vino elaborado en España.




Parece ser que el nombre MANCHA debe su origen a la palabra árabe “Mantxa” (tierra seca), aunque otros estudiosos del idioma y de la región opinan que viene de la contracción de la frase “La más ancha”. Tengan razón los unos o los otros, lo ciertos es que las dos explicaciones se ajustan a la realidad manchega.

A finales de la década de 1970, grandes compañías compraron terrenos en la zona e invirtieron en nuevas tecnologías para la elaboración del vino, lo que provocó un revolución en el sector de esta región. Además, un buen número de pequeñas bodegas se agruparon formando cooperativas.

Más recientemente, en los últimos 10 años la inversión realizada en mejorar las infraestructu ras de las bodegas ha superado los 360 millones de euros, pero éste es un proceso que no está, ni mucho menos, cerrado, sino que muchas de estas bodegas y cooperativas siguen inmersas en un continuo proceso de modernización.

Entre otras cosas, el parque de barricas de la Denominación de Origen “LA MANCHA” ha tenido un crecimiento espectacular. Mención especial requiere la inversión en capital humano, clave en la mejora de los vinos manchegos. La incorporación de enólogos, químicos y otros profesionales preparados ha supuesto un salto a la calidad que ya no tiene vuelta atrás.


La D.O. La Mancha se extiende a lo largo de 193.133 hectáreas divididas entre cuatro provincias (Albacete, Ciudad Real, Cuenca y Toledo). El terreno asciende de forma constante de norte a sur: de los 484 metros a nivel del mar de Aranjuez a los 700 de La Mancha, descendiendo después a los 645 de Manzanares.

La orografía llana y la similar composición del suelo es una constante. Está formado de arcilla arenosa de un color pardo-rojizo, pobre en contenido orgánico y rico en caliza y tiza. Las costras de caliza son habituales, por lo que hay que romperlas para permitir el progreso de las raices de la planta.


La Mancha, con una altura media que ronda los 700 metros sobre el nivel del mar, sufre un clima continental extremado, en el que gélidos inviernos dan paso, casi sin transición a tórridos estíos. En verano se llegan a alcanzar los 45 o C, mientras que en invierno el termómetro puede descender hasta –12/15 o C.

La orografía es bastante llana, con ocasional aparición de algún cerro aislado de baja altura. Sus suelos pardo-rojizos, originados a partir de sedimentos miocénicos, son bastante calizos.

Se caracteriza por la sequedad durante todo el año, causada por las barreras montañosas que rodean la región y que dificultan la entrada de los frentes húmedos procedentes del mar.

La pluviometría es bastantes escasa – de 300 a 400 mm por año - y las sequías, a veces prolongadas, castigan sus tierras. Esta circunstancia es todavía más determinante si tenemos en cuenta que más de el 95 por ciento del viñedo manchego es de secano. Además, hay más de 3000 horas de sol despejado al año.


Aunque la Airén sigue siendo la mayoritaria en la Zona de Producción, la Cencibel o Tempranillo es la que más crecimiento ha tenido, superando ya la cifra de 18.300 hectáreas, si bien, debido a la impresionante reestructuración del viñedo que está teniendo lugar en la región, es seguro que esta cifra seguirá aumentando los próximos años.

Además, precisamente gracias a la reestructuración vitícola que se está realizando se han plantado en los últimos años otras variedades, cada vez más extendidas en la D.O., como son la Macabeo o Viura, la Sauvignon Blanc y la Chardonnay, en blancos; mientras que en tintos, aparte de la Tempranillo, la Garnacha o la Moravia (localizada en algunos términos de Albacete y Cuenca), que ya tenían una presencia consolidada, cada vez hay más plantaciones de
varietales de prestigio de origen francés Cabernet Sauvignon, Merlot o Syrah.


En los años 70 y 80, las ventas crecientes ayudaron a muchas cooperativas a substituir las tinajas tradicionales por modernos equipos del acero inoxidable. Las técnicas de coseha controlada por ordenador han contribuído a aumentar la calidad de los vinos. La rapidez del transporte de la uva a la bodega, el prensado delicado y la fermentación controlada a bajas temperaturas han contribuído a la producción de una nueva generación de los vinos blancos a
partir de la varieda de uva Airén. Los nuevos métodos ayudan a conservar el sabor a fruta delicado qie se obtiene de la uva, eliminado cualquier sabor secundario. Algunas compañías están produciendo unicamente vinos jóvenes, mientras que otras han optado por el envejecimiento de sus vinos tintos. También hay productores que están utilizando modernas tinajas de cemento para envejecer vinos blancos hasta seis meses.


La diversificación de variedades ha producido que el tinto sea desde hace unos años el más comercializado de la D.O., modificando así la típica imagen de zona productora de blancos que tenía La Mancha y que ahora sólo estaría basada en los vinos de mesa, los mostos y los destilados.

Los blancos, rosados y tintos jóvenes elaborados con control de temperaturas son frescos y afrutados, lo que ha incrementado mucho su consumo en los últimos años, al igual que ha sucedido con los vinos con crianza en roble, gracias a la incorporación de barricas de roble por parte de la mayoría de las bodegas.


D.O. Almansa

Las 7.600 hectáreas de viñedos de la D.O. Almansa se encuentran estrechamente vigiladas por el imponente castillo de esta ciudad, situada en el sudeste de la provincia de Albacete. Se trata de una zona de tránsito entre la meseta y el Mediterráneo, por lo que comparte características de ambas áreas.

Al igual que está sucediendo en otras D.O. cercanas, la uva Monastrell está comenzando a mostrar aquí su tremendo potencial, hasta el extremo de que los estilos de elaboración del vino siguen tendencias muy similares, aunque aquí se introducen más lentamente. Los nuevos vinos tintos de las bodegas más audaces, mezcla de Monastrell y Tempranillo, están encontrando su hueco en los mercados exteriores.

Antiguamente, esta zona de Castilla-La Mancha era un territorio fronterizo. El castillo, de origen musulmán pero con posteriores añadidos cristianos, fue construido para proteger el Valle de Vinalopó, que marcaba la frontera entre los reinos medievales de Castilla y Aragón.

Los viñedos se sitúan principalmente en los alrededores de las ciudades de Almansa y Bonete. Están plantados sobre suelos de relieves suaves, algo más accidentados en la parte noroeste de la zona, a una altitud que oscila entre los 700 y los 1.000 metros.

Los viñedos suelen asentarse sobre tierras llanas caracterizadas por suelos permeables, calizos y pobres en nutrientes, condiciones ideales para la elaboración de vinos de calidad.

El clima es el continental semiárido característico del borde de la meseta, que aquí inicia su descenso hacia el Valle de Vinalopó.

Las precipitaciones son más bien escasas (sólo 350 mm al año) y mal repartidas, siendo más abundantes en primavera y otoño y casi siempre en forma de aguaceros tormentosos, con frecuencia acompañados del pernicioso pedrisco.

Los acusados contrastes térmicos son también muy típicos de esta zona de meseta.

Aunque Garnacha Tintorera y Monastrell son las uvas predominantes de la D.O., en la actualidad se encuentra Cencibel (Tempranillo) en el 15% de los viñedos. Cabernet Sauvignon está comenzando a ser cultivada de forma experimental.

Las vides son plantadas siguiendo diversos modelos, con una densidad máxima de 1.600 por hectárea.

Se da todavía una escasa utilización de los depósitos de acero inoxidable. Normalmente, la temperatura de fermentación del mosto se controla introduciendo un elemento enfriador en los depósitos de madera o de cemento.

El control preciso de las temperaturas vendrá de la mano de nuevas tecnologías que se instalarán en los próximos años, al socaire de la renovación general de los recursos de la zona.

Almansa es por excelencia la zona del vino tinto a gran escala. Desde los años ochenta, los mejores caldos suelen estar elaborados a partir de una combinación de uvas Monastrell, Cencibel y un poco de Garnacha.

La mayoría de las bodegas se decantan por la utilización de Cencibel y Monastrell, o viceversa, para lograr los mejores resultados. Otras experimentan con una mezcla formada de un 40% de Cencibel, 40% de Monastrell y 20% de Garnacha Tintorera.


AÑO CALIFICACIÓN
2008
2007
2006
2005
2004
2003 BUENA
2002 BUENA
2001 MUY BUENA
2001 MUY BUENA
2000 MUY BUENA
2000 MUY BUENA
1999 MUY BUENA
1999 MUY BUENA
1998 MUY BUENA
1998 MUY BUENA
1997 BUENA
1997 BUENA
1996 BUENA
1996 BUENA
1995 BUENA
1995 BUENA
1994 BUENA
1994 BUENA
1993 BUENA
1993 BUENA
1992 BUENA
1992 BUENA
1991 BUENA
1991 BUENA
1990 MUY BUENA
1990 MUY BUENA
1989 BUENA
1989 BUENA
1988 BUENA
1988 BUENA
1987 MUY BUENA
1987 MUY BUENA
1986 REGULAR
1986 REGULAR
1985 BUENA
1985 BUENA
1984 REGULAR
1984 REGULAR
1983 REGULAR
1983 REGULAR
1982 BUENA
1982 BUENA
1981 BUENA
1981 BUENA
1980 BUENA
1980 BUENA
1979 REGULAR
1979 REGULAR
1978 EXCELENTE
1978 EXCELENTE
1977 BUENA
1977 BUENA
1976 REGULAR
1976 REGULAR
1975 EXCELENTE
1975 EXCELENTE
1974 BUENA
1974 BUENA


D.O. Ycoden-Daute-Isora

El extremo occidental de la isla de Tenerife fue declarado D.O. en 1994, revitalizando de esta forma un área muy antigua y tradicional de elaboración de vino, donde los pequeños viñedos se sitúan en abruptos y escarpados terrenos. La denominación toma su nombre de los primitivos reinos de la época guanche, llamados menceyatos, y de los dominios de la princesa Isora.

Actualmente, es una zona de bodegas pequeñas pero vigorosas con nuevos planteamientos en la elaboración del vino y especialmente conocidas por sus excelentes vinos blancos.



Esta zona de Tenerife se caracteriza por su larga historia de asentamientos humanos y es famosa por la presencia de los milenarios dragos (árboles dragón, Draconae draco). Los legendarios poderes medicinales que se le atribuyen a su savia roja, que tiene la cualidad de cristalizarse con sólo realizar cortes sobre su corteza, los convirtieron en unos árboles de preciado valor en la época clásica y, más tarde, atrajeron a muchos comerciantes a las Islas Canarias. Desgraciadamente, su tala indiscriminada ha dejado sólo unos pocos ejemplares, célebres hoy día por su longevidad.

Los vinos dulces de la región, vendidos a granel, fueron muy demandados durante el siglo XVI, especialmente por los países del norte de Europa.



La D.O. Ycoden-Daute-Isora agrupa nueve municipios, incluyendo Icod de los Vinos en el norte y Guía de Isora en el sur.

Los suelos dedicados al cultivo de la vid son de variada composición, aunque predominan los compuestos de cenizas y rocas volcánicas. A lo largo de la costa, suelen ser por lo general de carácter arenoso y volcánico, mientras que los del interior se componen de material volcánico y arcilla arenosa.

Los viñedos se asientan en las faldas del Teide, extendiéndose por sus laderas entre los 50 y 1.400 metros de altitud sobre el nivel del mar. El mejor terreno para el cultivo de la vid se encuentra en las altitudes superiores, aunque esto impide la mecanización.




Los viñedos de Ycoden-Daute-Isora están ubicados en una de las partes más calurosas de la isla de Tenerife. Sin embargo, las temperaturas invernales pueden llegar a causar heladas.

Las precipitaciones son relativamente elevadas en las laderas orientadas hacia el oeste.

Entre los meses de mayo y agosto, los vientos alisios aportan una humedad adicional al ambiente. Las tormentas no suelen ser muy frecuentes, pero pueden causar daños ocasionales a los viñedos.




La casi totalidad de las veinte variedades de uva cultivadas en Ycoden-Daute-Isora son autóctonas, con la excepción de los viñedos experimentales de Cabernet. De las originarias, Listán Blanco ocupa el 70% las plantaciones, y Listán Negro el 20%. Los rendimientos son bajos; por ejemplo, en la vendimia de 2000 se recogieron 11 hectólitrosl por hectárea.

Dependiendo del terreno, las vides son plantadas con una diferente densidad y se cultivan de distinta forma: desde parrales inclinados en las zonas bajas, ocupando los márgenes de las parcelas con otros cultivos, hasta vasos en marcos irregulares, junto con modernas plantaciones en espalderas.

La experimentación con otras variedades de uvas autóctonas está encaminada a la sustitución de la uva Listán por variedades de mayor potencial.




Los vinos se fermentaban tradicionalmente en barriles de madera de castaño, pero en la actualidad las bodegas más importantes emplean depósitos de acero inoxidable o fibra de vidrio, con un completo control de la temperatura.



La mayor parte de la producción de la D.O. Ycoden-Daute-Isora está formada por vinos blancos secos y semisecos aunque también continúa la tradición de comercializar el vino dulce Malvasía Clásico.

También se elaboran tintos jóvenes y frescos, que representan cerca del 25% de la producción. Hay asimismo una pequeña producción de rosados. Por último, hay indicios crecientes de una experimentación seria en Crianza.

D.O. Valle de la Orotava

En esta fértil zona situada en la parte noroccidental de la isla de Tenerife, los viñedos se sitúan en la ladera norte del Teide (3.717 metros), se extienden a lo largo de la vieja y atractiva ciudad de La Orotava y terminan descendiendo en dirección al Puerto de la Cruz, uno de los puertos deportivos más concurridos de la isla.

En la actualidad, gracias a una saludable demanda local generada principalmente por el turismo, la producción está creciendo y su calidad ha mejorado. Los blancos afrutados proceden de la zona oeste, y los tintos rojo rubí de la parte este. Sin embargo, sólo el 30% de los vinos son embotellados, por lo que todavía existe un amplio potencial de crecimiento para los próximos años.

Los viñedos, que ocupan una extensión de 926 hectáreas (671 inscritas en el Consejo Regulador), se cultivan en originales cordones trenzados que alcanzan longitudes de hasta 15 metros, todo ello a altitudes superiores a las de la vecina D.O. Tacoronte-Acentejo.




Aunque la D.O. no se concedió oficialmente hasta 1995, el Valle de la Orotava es, sin embargo, una zona vinícola tradicional. Fue una de las primeras áreas en las que se plantaron vides poco después de que las islas pasaran a formar parte del territorio español en el siglo XV.

Desde finales del siglo XIX, el área de cultivo de la vid se ha reducido al tener que competir con las plantaciones de plátanos. Sin embargo, su creciente popularidad ha ayudado a los viñedos a expandirse de nuevo.




El Valle de la Orotava no es estrictamente un valle, sino el nombre dado localmente a las laderas bajas del Teide, una de las más importantes zonas de cultivo de plátanos.

La altitud ronda los 800 metros por encima del nivel del mar. Los suelos suelen ser en un 70% de carácter volcánico, un 20% arcillosos y el 10% restante de roca volcánica. Son ligeros, permeables, ricos en nutrientes minerales y con un pH ligeramente ácido debido a la naturaleza volcánica de la isla.


El clima es caluroso y húmedo por el mar, con gran cantidad de luz solar, altas temperaturas en verano, así como brumas conocidas en la zona como "lluvia horizontal". Estas brumas las provocan los templados vientos alisios que vienen cargados de humedad y que soplan durante todo el año, refrescando y limpiando el ambiente. Todo ello asegura un excelente desarrollo de las vides que, a veces, se ve afectado por tormentas y fuertes rachas de viento.


Al igual que sucede en las demás zonas antiguas de cultivo de las Islas Canarias, predominan las variedades autóctonas, como Listán Negro y Listán Blanco, superando el 90% de los viñedos. Las plantaciones de uvas blancas, de las que hay hasta once variedades recomendadas, representan los dos tercios de la superficie total.

Prácticamente todas las vides crecen conducidas por pequeñas estacas de unos 60 centímetros de alto y en hileras de hasta 15 metros de largo. Se trata de un método conocido como cordón, pero no es el utilizado con el mismo nombre en la Península. El resto de los viñedos son colocados sobre espalderas.



La mayoría de las bodegas poseen modernas instalaciones de acero inoxidable, aunque también se utiliza la fermentación en barrica. La maceración de la uva Listán Blanco es muy corta para prevenir la oxidación y no se practica la fermentación maloláctica.



Los vinos blancos representan la mayor parte de la producción de la D.O. y se elaboran con Listán Blanco, o con las variedades nativas Gual y Vijariego. Se trata de vinos excelentes, comparables incluso en carácter con el Albariño gallego. Son jóvenes, de color amarillo paja con tonos ambarinos, de suave paso de boca.

Por otro lado, algunas bodegas más pioneras están elaborando excelentes tintos afrutados con un corto periodo de envejecimiento (menos de seis meses) en barricas de roble americano. Se trata de tintos de bello color rubí, no muy cubierto, finos, ligeros y afrutados.

La denominación también produce espumosos, tradicionales vinos dulces y generosos. Los rosados apenas tienen representación. Cerca del 70% de los vinos se vende a granel y sólo el 30% restante se embotella.

D.O. Valle de Güímar

Situados en la costa sudeste de la isla de Tenerife, los viñedos de esta denominación consiguieron su propia identidad en 1996.

Al igual que en ésta, las vides se extienden sobre las pendientes del Teide, convirtiéndose en una de las zonas de cultivo de mayor altitud de Europa . Sin embargo, en la búsqueda del equilibrio y la calidad de las producciones, hay que diferenciar las plantaciones situadas por encima de los 800 metros, donde la viña encuentra las condiciones, tanto de suelo como climáticas, más favorables. En estas altitudes el viñedo se cultiva en parral bajo, de naturaleza volcánica, de acusada fertilidad y permeabilidad en suelos.

La denominación toma su nombre de Güímar, uno de los tres municipios (Güímar, Arafo y Candelaria), cubren la D.O. Los vinos blancos suponen el 65% de producción .


Las ciudades y pueblos de la zona han elaborado vino durante más de un siglo, pero en la actualidad los viñedos tienen que competir con otros cultivos, como plátanos, patatas y tomates.



La D.O. Valle de Güímar cubre la superficie de 752 hectáreas de viñedos que se extienden sobre las pendientes del Teide, entre altitudes que oscilan entre los 175 y los 1.500 metros.

Hay tres tipos de suelo: en las partes bajas terrenos tipo arenoso, zonas medias los terrenos de tipo pumitico (jable) y en la zona alta los arcillosos.

Las mejores pendientes para el cultivo se sitúan sobre los 600 metros.



El clima del sur de Tenerife es marítimo templado, con influencia de vientos alisios. Las heladas sólo se producen muy ocasionalmente.



La uva nativa Listán Blanco se encuentra en más del 60% de las viñas, seguida del Listán Negro con algo más del 20%. Las producciones estan estimadas alrededor de 4000 kg/Ha-8000 kg/Ha.


Al igual que sucede en otras denominaciones de Tenerife, las bodegas están muy modernizadas y se encuentran provistas de equipamientos en acero inoxidable y controles de temperatura. Con todo, se realiza alguna fermentación en barril de Alliers (roble francés) para el vino tinto y en roble Americano para vinos blancos.


La denominación posee vinos bien constituidos, con suave paladar y carácter afrutado. La normativa permite una amplia gama de vinos blancos: jóvenes y fermentados en barril; semi-secos, dulces y generosos y espumosos.

El carácter afrutado de los tintos puede conseguirse tanto por maceración carbónica como por la fermentación estándar basada en el envejecimiento.

D.O. Tacoronte-Acentejo

En 1992, la llamada Península de Anaga, comarca situada al noroeste de la isla de Tenerife, se convirtió en la primera D.O. de las Islas Canarias . Desde entonces ha sido pionera en la elaboración de vinos de gran calidad, que ya han comenzado a exportarse.

Es la más grande de las denominaciones de Tenerife y posee espectaculares paisajes, con valles profundos y estrechos que bajan desde las cimas, y laderas intensamente cultivadas en terrazas. La producción vinícola se ha puesto al día en las últimas dos décadas, con estilos propios, en particular en vinos de Crianza, que están sirviendo de inspiración a las restantes DD.OO. canarias .

Con el objetivo de conseguir una mejor identificación de los vinos de la denominación, el Consejo Regulador y los bodegueros han acordado crear una botella genérica para todos los tipos, con el logo de la D.O. grabado en el hombro a modo de orla, así como el nombre Tacoronte-Acentejo.



Al igual que sucede en otras denominaciones de las islas, en Tacoronte-Acentejo ha habido viñedos desde tiempo inmemorial, así como una larga lista de variedades de uvas autóctonas que nunca se han visto afectadas por la filoxera.

Antiguamente eran muy conocidos sus vinos dulces para postres, de los que se abastecía La Laguna, antigua capital de la isla de Tenerife.



La superficie de viñedo de Tacoronte-Acentejo se sitúa en terrazas en las pendientes de las vertientes norte y oeste de la columna vertebral volcánica de Tenerife, y asciende hacia las zonas más estrechas del este de la isla.

La zona de cultivo toma su nombre de dos de las ciudades del valle, aunque el principal centro urbano es La Laguna. Los viñedos están plantados en tierras muy fértiles, bajas en carbonatos y sobre un subsuelo de origen volcánico. Se trata de suelos muy permeables, ricos en minerales, pobres en cal y con abundante nitrógeno, potasio y fósforo. La altitud de los viñedos, entre los 100 y los 1.000 metros, permite la plantación de gran variedad de uvas.






La influencia del océano Atlántico otorga a esta esquina de la isla un clima húmedo y de temperaturas suaves, con brumas y nieblas. Es un clima básicamente mediterráneo, alterado por la orientación de la isla y el relieve, lo que produce una enorme variedad de microclimas. Los vientos alisios son húmedos y templados.

Las heladas son un fenómeno meteorológico desconocido en la isla, pero las tormentas de granizo, los fuertes vientos y algunos veranos excesivamente calurosos pueden causar problemas.




Entre las muchas variedades de uvas que crecen en la isla, hay que destacar las autóctonas, como Listán Negro, Gual o Negramoll, que se dan equilibradamente junto a variedades experimentales como Merlot, Pinor Noir o Tempranillo.

Tradicionalmente, las vides han sido cultivadas de forma libre, aunque las nuevas plantaciones emplean espalderas. Con independencia del tipo de cultivo, la densidad máxima es de 3.000 vides por hectárea. Normalmente, los rendimientos no alcanzan ni una sexta parte de los máximos establecidos.



Las bodegas más pioneras de Tacoronte-Acentejo han sido en muchos casos el modelo a seguir por otras del resto de Canarias. Los vinos tintos, rosados y blancos son elaborados en depósitos de acero inoxidable con un control total de la temperatura, obteniéndose excelentes vinos jóvenes. Algunos de ellos están comenzando a ser elaborados por maceración carbónica, aunque en todo caso sólo los vinos tintos son sometidos a una completa fermentación maloláctica.

Algunos tintos fermentan en barricas de roble, otros envejecen en roble americano y a veces, de forma ocasional, en madera de castaño, lo que hace de los Reservas y Crianzas vinos muy prometedores.




La buena reputación de los vinos de Tacoronte-Acentejo está basada en sus tintos frescos y ligeros. En general, son equilibrados, con aromas frutales y florales, a los que se les añade complejidad con su paso por barrica. Esta denominación es además pionera en la zona por lo que respecta a la elaboración de vinos de Crianza.

Los producción de caldos blancos y rosados también avanza rápidamente gracias a las nuevas técnicas de elaboración empleadas, similares a las de los tintos de Crianza y Reserva. A la vez, están surgiendo nuevos e interesantes tipos de vino como los semidulces.

Noticias sobre la denominación de origen vinos de Tacoronte - Acentejo

Aprobado el reglamento de la DO Vinos Tacoronte-Acentejo

La zona de producción de los amparados por la denominación corresponde a los términos municipales pertenecientes a Tenerife: Tegueste, El Sauzal, La Mataza de Acentejo, La Victoria, Santa Úrsula, La Laguna, El Rosario y Santa Cruz de Tenerife.

Madrid. 29/04/2010
Belén Jiménez(agrocope)

El Boletín Oficial del Estado publica hoy la Resolución por la que aprueba el Reglamento de la Denominación de Origen de Vinos Tacoronte-Acentejo.

El texto establece que el objetivo del reglamento es regular la DO para los vinos designados bajo la denominación que cumplen con su producción, elaboración, crianza y comercialización y los requisitos establecidos en el reglamento.

La zona de producción de los vinos amparados por la DO Tacoronte-Acentejo corresponde a los términos municipales pertenecientes a la Isla de Tenerife: Tegueste, El Sauzal, La Mataza de Acentejo, La Victoria, Santa Úrsula, La Laguna, El Rosario y Santa Cruz de Tenerife.

Por tipos, la DO ampara vinos blancos, rosados, tintos, de licor, naturalmente dulce, de uva sobremadurada y espumosos.


D.O Lanzarote

Lanzarote, la isla más oriental del archipiélago canario, se precia de poseer uno de los paisajes más característicos y espectaculares del mundo. Sobre el centro de la isla se extiende una enorme extensión de lava negra solidificada, lo que significa que ningún tipo de vegetación puede crecer en esta zona. Sin embargo, sus bordes proporcionan un terreno único para el viñedo, rico en ceniza volcánica , llamado lapilli.

Las vides son plantadas en hoyos o zanjas para que sus raíces alcancen el suelo que se encuentra bajo la ceniza. Además, cada hoyo es rodeado con un parapeto de piedras para protegerlo de los vientos africanos. Esto constituye uno de los paisajes más originales e impresionantes que se puedan ver, con un aspecto lunar proporcionado por el conjunto de hoyos excavados.

La uva Malvasía está plantada en más de las tres cuartas partes de los viñedos.



Una erupción volcánica que duró seis años en 1730 dejó toda el área central de la isla cubierta por una impresionante capa de lava negra. Los isleños pronto descubrieron que las vides, plantadas por primera vez después de esta erupción, prosperaban debido a que la lava servía para retener la humedad del subsuelo.


El cultivo de la vid abarca toda la isla (2.300 hectáreas en producción), que se divide en cuatro subzonas: La Geria, la más amplia y situada en el sur; San Bartolomé/Tías (Masdache) en el centro, Tinajo en centro-oeste y Haría-Ye al norte.

Lanzarote es una isla relativamente plana, donde la mayoría de los viñedos se encuentran en pendientes donde las altitudes alcanzan los 300 metros. La zona más alta de la isla está a una altitud de 670 metros, en la zona conocida como Peña del Chache, donde existe viña en menor cantidad.

La superficie de la mayor parte de los viñedos está cubierta de ceniza negra volcánica, que impide el crecimiento de otra vegetación, pero que posee excelentes propiedades de retención del agua procedente, por ejemplo, del rocío. Esto significa que las vides plantadas aquí prosperan debido también a que bajo la ceniza, el suelo es fértil, formado por arcilla o arena sobre un lecho de roca caliza.





Lanzarote es, del archipiélago canario, la isla más cercana a África, por lo que está sujeta a la influencia de su clima subtropical seco. Lógicamente, las heladas son desconocidas. Las brisas del mar proporcionan un templado clima marítimo. En ocasiones, las temperaraturas aumentan por los vientos de Levante, pero la media anual oscila entre los 16ºC y los 24ºC.

Las precipitaciones son escasas y se distribuyen de manera irregular a lo largo del año, sólo 200 mm de media. Este problema se ha intentado solucionar creando una capa protectora, bien de ceniza o de arena, que evita la evaporación de la humedad.

Los vientos y las tormentas pueden causar problemas ocasionales.






En la D.O. hay siete variedades autorizadas de uva blanca, siendo la Malvasía la variedad predominante, utilizándose tanto para la elaboración de vinos blancos secos como los semidulces y dulces. La variedad Moscatel se utiliza principalmente para los vinos dulces, aunque se está empezando a utilizar en menor cantidad para secos.

El resto de variedades: Listán Blanco, Breval, Diego, Burrablanca y Pedro Ximénez se destinan principalmente a vinos blancos secos.

El método de plantación varía ligeramente en cada subzona. En La Geria, los viñedos se plantan en hoyos de unos 4 metros protegidos de los vientos por un abrigo semicircular de piedras de unos 60 centímetros de alto. En Tinajo/San Bartolomé, en zanjas perimetrales. En Haría-Ye, en el suelo ligeramente arenoso que hay debajo de la ceniza volcánica. Esto significa que las vides se encuentran generalmente muy espaciadas (de 200 a 2.000 por ha).

La vendimia comienza generalmente en la última semana de julio.





Para la elaboración del vino se utilizan diferentes métodos. Así, algunos bodegueros todavía fermentan en viejas tinas de madera, mientras que otros usan el hormigón y los más modernos han instalado equipos de acero inoxidable.

Para el famoso Malvasía seco, las uvas maduras se prensan ligeramente y después el vino fermentado se envejece en barricas de roble, durante dos o tres meses, para luego ser almacenado en bodegas excavadas en la lava.

La fermentación de los vinos ligeros requiere de diez a catorce días con control de temperaturas. La fermentación maloláctica es la habitual.



La estrella de los vinos de Lanzarote es su famoso Malvasía, descendiente del tradicional vino canario. Todavía representan más de la mitad de la producción de vino blanco, que se clasifica en seco, semi-seco y Moscatel dulce.

Hay también vinos dulces espumosos experimentales y una pequeña cantidad de tintos de Crianza, tradicionalmente envejecidos en grandes barricas de 500 litros, aunque en la actualidad también se están empleando barricas más pequeñas. Los vinos ligeros tienen un mercado floreciente gracias al turismo.

D.O. La Palma

Sobre esta exuberante isla, la más occidental del archipiélago canario, los viñedos son pocos y están desperdigados , plantados en cualquier parte donde queda algo de espacio entre plataneros y otros cultivos.

La zona de producción amparada por la D.O. abarca toda la isla y se divide en tres subzonas claramente diferenciadas y delimitadas por los abruptos contrastes del paisaje y el clima.

Además de tintos, blancos y rosados jóvenes, y de los excelentes y tradicionales vinos de postre Malvasía. La Palma produce Vinos de Tea artesanales, que se expenden directamente de la barrica, bajo supervisión del Consejo Regulador (se llaman así a los vinos que se guardan en barricas de pino canario, cuyas resinas les transmiten unas cualidades singulares).

En la actualidad hay más de un millar de viticultores inscritos en los registros de la denominación, que cubre una superficie de 1.046 hectáreas.




Los viñedos fueron traidos a La Palma por los barcos mercantes que hacían escala en la isla en su camino hacia América, ya que gracias a su posición occidental obtuvo la licencia para avituallarlos. Desde entonces, los vinos Malvasía de Fuencaliente se han exportado; incluso fueron citados por Shakespeare.

Desde finales del siglo XIX, los viñedos han tenido que disputarle el terreno a las plantaciones costeras de plátanos, uno de los pilares de la economía de La Palma. Cualquiera de los dos cultivos prosperan en los ricos suelos volcánicos de la isla.


La D.O. La Palma se extiende por toda la isla y se divide en tres subzonas. Los viñedos suelen plantarse en una franja, a lo largo de la costa, aunque en altitudes que pueden variar entre los 200 y los 1.500 metros.

Fuencaliente se sitúa al sur de la isla; El Hoyo de Mazo en la parte más alta del centro; y Norte de Palma al norte. Esta última se divide, a su vez, con los viñedos del noroeste dedicados en gran parte a la producción artesanal de vinos de tea (ver Introducción).

Los suelos son ricos y fértiles, se asientan sobre roca volcánica y algunas áreas están cubiertas con arena volcánica. Los terrenos son ligeros, permeables, abundantes en nutrientes minerales y con un pH ligeramente ácido.


La Palma posee un clima templado subtropical. Las precipitaciones medias alcanzan los 400 mm al año, aunque existe un marcado contraste entre el norte y el sur de la isla y El Hoyo de Mazo, en el centro, con sus viñedos situados sobre las escarpadas pendientes volcánicas.

Los vientos y tormentas causan daños de forma ocasional.



En La Palma, los viñedos se suelen plantar en cualquier lugar donde puedan crecer, existiendo pocas pautas a la hora de ordenarlos. La mayoría de las variedades de uva que se cultivan son canarias: Gual, Bujariego y Sabro son un ejemplo de ello.

Los métodos de cultivo varían. Así, en la subzona central de El Hoyo de Mazo, rica en suelos volcánicos, las vides (principalmente Negramoll para vinos tintos) suelen ser plantadas en parcelas pequeñas, en hoyos o en trincheras que las protejan de los vientos predominantes. En la zona sur de Fuencaliente, la mayoría de las vides son Malvasía y crecen sobre las laderas, y a veces se las protege con montículos de piedras volcánica. En el norte, las vides se cultivan sobre espalderas o pérgolas, conocidas aquí como parrelles.

La vendimia se realiza desde mediados de agosto hasta noviembre. La producción actual por hectárea es de menos de una tercera parte de lo máximo permitido.


La mayoría de los vinos son fermentados en acero inoxidable, o en viejos toneles de madera, durante diez a catorce días. Sin embargo, una nueva tendencia es la fermentación de vinos de primera en barricas de roble francés (Allier). La fermentación malolácticano se realiza o es muy escasa. Asimismo, los vinos tintos del Hoyo de Mazo son elaborados mediante maceración carbónica. Fuencaliente continúa su producción tradicional de Malvasías y vinos dulces de elevada calidad.

En el noroeste de la isla, las diminutas bodegas talladas en la roca todavía elaboran Vinos de Tea. Estos vinos tintos, blancos y rosados se hacen con uvas autóctonas; son fermentados y envejecidos de la misma forma que se ha venido haciendo durante siglos: en grandes toneles de pino canario. En su interior, los vinos reposan durante años hasta que se oxidan (vino rancio). La resina de pino (denominada aquí tea) es la que da el nombre a los vinos y, según se dice, sus virtudes medicinales. El Consejo Regulador supervisa su producción, aunque no se venden aún como vinos de la D.O.




En La Palma se elaboran vinos tintos, blancos y rosados muy respetables. La mayor parte de la producción es de vinos jóvenes, aunque la normas de la denominación incluyen el envejecimiento.

En la subzona del Hoyo de Mazo son especialmente notables los vinos tintos, mientras que la de Fuencaliente produce alrededor de las tres cuartas partes de los vinos blancos de la isla, que son elaborados principalmente con uva Malvasía y pueden ser dulces o secos. Hay también vinos encabezados.

Los Vinos de Tea (ver Vinicultura) procedentes de los valles nebulosos y las antiguas bodegas del noroeste isleño están registrados ante el Consejo Regulador como un estilo específico de elaboración, aunque no pueden ser vendidos con la etiqueta de la denominación, pues se comercializan a granel.

D.O El Hierro

El Hierro, la más occidental y pequeña de las Islas Canarias, posee una larga tradición de elaboración de vinos. Antaño fueron los dulces, que asumieron el papel preponderante. Hoy no suponen más que una parte muy pequeña de la producción vinícola total de la isla.

Al igual que sucede en el resto de los viñedos canarios, la filoxera nunca ha prosperado en la isla, lo que significa que aún sobreviven viejas variedades de uva como, Verijadiego, Bremajuelo , sin necesidad de injerto, manteniendo toda su riqueza varietal.

El Hierro es un caso único en España ya que consiguió la categoría de Denominación de Origen, en 1994, con sólo dos bodegas. Una de ellas una cooperativa que controla el 95% de la producción de toda la isla desde su fundación en 1986, elaborando el 80% del vino de la isla en la actualidad. Hoy el numero de bodegas ha aumentado hasta 7 en 2003.

La D.O. cuenta con 200 y pocas hectáreas de viñedo donde se elaboran, ante todo, vinos blancos, en su mayoría para su consumo como vinos jóvenes frescos . Los rosados y tintos son de características parecidas y la comercialización se limita al ámbito regional y, aún en ese reducido tamaño, su difusión es irregular, dada la dificultad de su doble insularidad.


Se supone que los primeros viñedos fueron plantados en la isla por el inglés John Hill en la segunda mitad del siglo XVII, con los que se producían vinos cuyo destino era la obtención del aguardiente que era enviado por barco a América, especialmente a Venezuela y Cuba. Ya en 1833 existía un considerable comercio de aguardiente con destino a La Habana.

Hoy día, la destilación es un reducto, sin importancia comercial alguna, en la isla


La zona de mayor producción de vinos de El Hierro posee suelos muy poco fértiles de todo tipo, desde arcilla, caliza, marga o arena hasta ceniza volcánica. Todos ellos son de origen volcánico ya que esta zona, conocida como "El Golfo", está formada por el borde de un gran volcán extinto. Son sueltos y bastante pobres, pero con cierta capacidad de retención de agua.

El viñedo se encuentra en pronunciadas laderas en las que se han construido bancales sujetos por muros de piedra, a una altitud que varía entre los 125 y los 700 metros sobre el nivel del mar.

La isla se caracteriza por la presencia de diferentes zonas geográficas. En el oeste destaca el Valle de la Frontera. En el interior, todavía más al oeste, hay una frondosa vegetación que incluye bosques de pino y páramos de ceniza volcánica que se elevan a 1.500 metros y que se caracterizan por su buena retención del agua. Como contraste, el este de la isla es muy seco, rocoso, sin árboles y azotado por el viento.

Las zonas más importantes de cultivo son el Valle del Golfo, Echedo y El Pinar.




Las largas horas de luz solar y los vientos marítimos son los principales factores que afectan al cultivo. Por lo general, es un clima templado, bastante seco en las zonas bajas y algo más húmedo en la montaña. De hecho, las precipitaciones varían bastante entre el este y el oeste, con oscilaciones de 159 a 400 mm.

Los Alisios, vientos húmedos del verano, soplan en el noroeste de la isla y traen consigo una elevada condensación de humedad en los viñedos situados alrededor de Echedo. Las temperaturas durante el verano raras veces alcanzan los 28°C. En invierno se mantienen los niveles de temperatura, aumentando la humedad del aire.





La larga tradición de elaboración de vinos ha supuesto que subsistan en El Hierro una amplia lista de variedades de uvas. La principal para los vinos tintos es Listán Negro, junto con la Baboso Negro. La más importante para los blancos es Verijadiego Blanco, muy seguida de Listán Blanco, estando en recuperación, variedades como Bremajuelo, Uval, Baboso Blanco y Baboso Negro.

Las vides se encuentran plantadas de forma irregular, siguiendo los contornos y las formas de las terrazas.

La producción se sitúa aproximadamente en la mitad de los máximos permitidos por la denominación.

La vendimia suele comenzar en agosto y termina a finales de septiembre.



El productor más importante de la isla, una cooperativa que elabora el 80% del vino, se creó con nueva tecnología, basada en el acero inoxidable, el control de la fermentación, y en el embotellado de los vinos. Sucesivamente se han añadido más pequeñas bodegas con este mismo criterio aprovechando los equipamientos actuales.

Dos terceras partes de la producción vinícola de El Hierro, que tiene una media de 300.000 litros, son de vinos blancos con un contenido alcohólico que ronda los 13,5 º, en los que se incluyen secos, semisecos, semidulces, varietales y una minúscula parte de dulces.

Los vinos tintos, algunos envejecidos en barricas de madera de roble, de los que, una de las nuevas bodegas, destina la totalidad de su producción, van en aumento, gracias a la demanda del consumidor, que valora y estima la dificultad de un cultivo tradicional.

El futuro se encamina hacia el mantenimiento de una producción de vinos frescos y ligeros, blancos y tintos jóvenes, y un aumento en la elaboración de los vinos tintos de crianza con miras a la exportación.

D.O Plà i Llevant

El nombre de la D.O. Plà i LLevant procede de una de las comarcas de la isla de Mallorca y en mallorquín significa literalmente “llanura y costa del este de Mallorca”. El reglamento de esta denominación se ratificó el 20 de marzo de 2001.

La zona de producción abarca la llanura central y oriental de la isla, que ofrece suelos óptimos para los viñedos. Los resultados de la primera vendimia sugieren que se trata de una zona con un enorme potencial para el desarrollo de importantes vinos mediterráneos.



Esta zona ha sido tradicionalmente conocida con el nombre de Felanitx y en ella se elaboraban vinos de mesa para abastecer el mercado turístico de las islas. En 1991, sus 1.000 hectáreas de viñedos recibieron la clasificación de Vinos de la Tierra y una cuarta parte de ellos, alrededor de 250 hectáreas, son los que recientemente han sido reclasificados como el área de cultivo de la D.O. Plà i Llevant.

La zona de cultivo se sitúa en Felanitx y Manacor. Los suelos son relativamente fértiles y están formados por rocas calizas (margas y dolomitas) que dan lugar a un suelo calizo-arcilloso, que permite un buen drenaje y una fácil penetración de las raíces.

Predominan las tierras de color rojizo debido al óxido de hierro y las blanquecinas por las arcillas y el carbonato cálcico y magnésico. Ofrecen por tanto una óptimas condiciones para el cultivo de la vid.

Las altitudes son muy bajas, oscilando desde el nivel del mar a los 100 metros.

El clima es típicamente mediterráneo, con inviernos suaves y cortos y veranos secos, largos y cálidos. En invierno es muy característico el fuerte viento, sobre todo en la llanura, mientras que las heladas y las nieblas son ocasionales.

El promedio anual de precipitaciones es de 425 mm. Las lluvias se suelen producir sobre todo en otoño, en forma de tormentas y fuertes aguaceros.

Las variedades de uva recientemente introducidas procedentes de la península y de otros países han sido plantadas para mezclarlas con otras uvas autóctonas como Prensal Blanc, Callet, Fogoneu y Manto Negro. De todas ellas, la más utilizada es la Fogoneu.

Entre las nuevas variedades destacan Macabeo, Parellada, Chardonnay, Tempranillo, Merlot y Monastrel. Todo parece indicar que se han adaptado sin problemas a la zona.

Las vides más antiguas crecen libres, mientras que las nuevas se sitúan sobre cables o espalderas. La densidad de los viñedos varía entre las 2.500 y las 5.000 vides por hectárea.



La mayoría de las bodegas de la zona están actualmente renovando sus equipos. Algunos vinos rancios son todavía realizados siguiendo la manera tradicional, que consiste en la oxidación del vino en contenedores de vidrio puestos al sol.

La fermentación en barriles de roble americano está comenzando a realizarse tanto para vinos tintos como blancos. El envejecimiento sigue las normas nacionales.

La variedad Fogoneu es la base de los vinos rosados.

La D.O. Plà i Llevant contempla seis tipos de vinos: tintos, blancos, rosados, espumosos, aguja y fortificados. La mayoría de la producción es de tintos y blancos, que son bebidos jóvenes y frescos con la incorporación de la variedad Chardonnay fermentada en barril.

Los tintos de Crianza son elaborados a partir de la mezcla de Tempranillo, Cabernet o Merlot y envejecen en roble americano.

D.O Binissalem-Mallorca

Binissalem Mallorca fue la primera denominación de origen balear en alcanzar este reconocimiento en 1991. Toma su nombre de la principal ciudad de la zona de cultivo, que se sitúa en el centro geográfico de la isla de Mallorca.

Los vinos poseen una marcada personalidad y notable calidad gracias al empleo de variedades de uvas nativas, aunque los caldos más modernos se están elaborando a partir de la mezcla con variedades plantadas recientemente procedentes de la península y del extranjero y que están comenzando a prosperar. La uva autóctona Manto Negro está mostrando un tremendo potencial para la crianza, lo que sugiere que esta zona podrá producir excelentes vinos en el futuro.

Las bodegas están dotadas de la última tecnología y se trata de empresas familiares que aplican el criterio de château en sus explotaciones vinícolas : viña y bodega en una misma propiedad.


Los vinos comenzaron a ser elaborados en esta zona por los romanos. Antes de que la filoxera llegara a la isla tardíamente a finales del siglo XIX, Mallorca contaba con más de 27.000 hectáreas de viñedo y exportaba hasta 300.000 hl de vino al año.

Sin embargo, después de la filoxera, los viñedos fueron reemplazados en su mayoría por almendros. Posteriormente se produjo un renacimiento, animado en gran medida por el nuevo mercado turístico de vinos de calidad, aunque muchas variedades locales se perdieron. La bodega más antigua que todavía sobrevive en esta zona data de comienzos del siglo XVIII.

La D.O. Binissalem Mallorca está situada en la llamada zona alta, una llanura de suave relieve al norte-este de la de la ciudad de Palma. Las altitudes son bajas: el promedio oscila entre los 125 y los 300 metros. Al norte se encuentra la Sierra de Alfabia, que resguarda a los viñedos de los vientos marítimos, fríos y húmedos que soplan en invierno.

Los suelos suelen ser sueltos y pobres en nutrientes, con caliza sobre arcilla y costras dispersas de caliza a escasa profundidad. Esto los dota de cierta capacidad para retener el agua al formar una corteza protectora.

Binissalem Mallorca posee el característico clima mediterráneo marítimo de la isla, con veranos secos y cálidos e inviernos suaves y cortos. Las elevadas temperaturas del verano son el mayor problema de los agricultores, aunque la altitud donde está situado el viñedo ayuda a mantener la temperatura un poco más baja durante la noche.

Se producen problemas ocasionales con el viento, las heladas y el granizo. Las lluvias se suelen producir sobre todo en otoño, en forma de tormentas y fuertes aguaceros.



La uva nativa Manto Negro se encuentra en el 68% de los viñedos plantados con uvas negras, mientras Moll ocupa el 72% de los de uvas blancas. Otras variedades son Cabernet-Sauvignon, Callet, Tempranillo, Monastrell, Syrah y Merlot, Mol, Macabeo, Parellada, Chardonnay y Moscatel. También hay plantaciones experimentales de Gargollasa.

Los cultivos son rectangulares y la densidad de plantación oscila entre 2.200 y 5.000 vides por hectárea. La vendimia comienza generalmente en la segunda mitad de agosto y finaliza a finales de Septiembre.

El equipamiento en acero inoxidable ha reemplazando a los viejos tanques de hormigón. Todos los vinos fermentan con control de temperatura. Los tintos son sometidos a una completa fermentación maloláctica, mientras que la fermentación de los blancos y rosados es detenida justo después de producirse para conservar su acidez.

La vinificación se realiza casi siempre separando las distintas viníferas y posteriormente se procede al coupage. Se elaboran también algunos blancos fermentados en barrica de roble.

La crianza del vino se realiza en barricas de roble americano y francés de 225 litros.


D.O Somontano

Somontano consiguió su categoría de denominación de origen en 1984, después de una larga lucha de los productores locales, y desde entonces ha conseguido impresionantes resultados. Los viñedos, que se encuentran en las estribaciones de los Pirineos, poseen una altitud y clima adecuado así como interesantes variedades de uvas, lo que da lugar a vinos de altísima calidad. El resultado se ha visto reflejado en la actitud de los consumidores, que demandan sus productos, elegantes, estructurados y, en numerosos casos, con una excelente vida por delante .

Los vinos de la zona, elaborados a partir de trece variedades autóctonas y foráneas tienen una refrescante claridad y delicadeza y son una clara muestra del esfuerzo realizado por las bodegas locales, que pusieron buena voluntad a la hora de experimentar y de este modo han encontrado la llave del éxito, creando un mercado próspero.

Desde su constitución hasta hoy han surgido un buen número de nuevas marcas de vinos y se han instalado nuevas bodegas, lo que ayudado a potenciar la consolidación de la Denominación. Como resultado de todo ello, las exportaciones se han duplicado desde 1995. Uno de los sellos de identidad de los vinos de la región es el matrimonio entre las viejas y las nuevas variedades de uvas. Somontano se ha convertido en una de las denominaciones que ha sabido competir con las grandes clásicas de España, siendo una de las que más ha evolucionado en la última década .

Somontano se ubica en la comarca del mismo nombre cuya capital, Barbastro, suma una población de 16.000 habitantes ocupando el quinto puesto en el ranking de las ciudades más pobladas de Aragón.

Los impresionantes valles de los ríos y los barrancos son recorridos por cavernas y túneles que datan de la edad de piedra. Pinturas rupestres y herramientas de los habitantes de esa época han sido encontradas en muchos en estos parajes.

Como en otras zonas de España, la producción vinícola se consolidó aquí desde los romanos y posteriormente en la época medieval gracias a los monasterios. Debido a la proximidad de la frontera con Francia, hasta bien entrado el siglo XX la mayor parte del vino elaborado adquirió un carácter especial que ha sabido mantener. A finales de 1980, y tras ganar la categoría de denominación de origen, aparecieron nuevas bodegas y se importaron variedades como Chardonnay o Cabernet Sauvignon. Este hecho ha sido utilizado por el Consejo Regulador para tratar de proteger las variedades propias de la región e intentar el cultivo de otras uvas -como la Parraleta- que habían quedado olvidadas. Los resultados obtenidos han registrado un gran éxito.

La D.O. Somontano se sitúa en la zona centro de la provincia de Huesca, y ocupa una hermosa comarca de transición entre las estribaciones pirenaicas y la depresión del río Ebro. Toma su nombre de la comarca aragonesa donde se localiza la mayor parte de los viñedos. La ciudad más importante es Barbastro, situada a 80 kilómetros de la frontera francesa. Como el Piamonte italiano, Somontano significa “bajo la montaña”, “a pie de monte”.

Los viñedos están situados en una zona exuberante, verde, de abruptos terrenos y paisajes escalonados con altitudes cercanas a los 350-650 metros y con valles que recorren la zona de norte a sur hasta desembocar en el río Ebro.

Los terrenos están formados por arenisca y arcilla de un color rojo brillante, además de residuos procedentes de los ríos. La existencia de piedra caliza los convierte en suelos ideales para estos cultivos. Presentan escasa fertilidad, notable permeabilidad y buenas condiciones sanitarias.

Al refugio de los vientos del norte, gracias a los Pirineos, Somontano tiene un clima medio continental. Sin embargo, las temperaturas son extremas, bajando de los 10 grados bajo cero en las noches de invierno. Los lugareños están acostumbrados a tratar con el hielo, la sequía y el calor extremo del verano. Son habituales los cambios bruscos de temperatura al final de la primavera y el otoño, en los meses de junio y noviembre. Este clima también se caracteriza por el contraste térmico entre el día y la noche del verano que aporta la excelencia a la maduración de la uva.

La variedades de uvas combinan lo tradicional con lo actual. Así, se emplean las tradicionales tintas Moristel y Parraleta y la blanca Alcañón, que han mostrado durante la década de 1990 el valor de su naturaleza e individualidad, adaptándose rápidamente a las nuevas técnicas de elaboración del vino.

Otras variedades españolas como Macabeo, Tempranillo y las Garnacha Tinta y Blanca son plantadas junto a otras importadas como Cabernet-Sauvignon, Merlot, Pinot Noir, Chardonnay, Gewürtztraminer o Syrah.

La disposición de los viñedos depende de la accesibilidad al lugar, aunque cada vez más se está adaptando a la mecanización. La enfermedad endémica de la zona el el oidium pero con las técnicas actuales de control sanitario no origina ningún problema. La enfermedad del mildiu es nula. La vendimia comienza en la primera quincena el mes de agosto.

Las primeras fases de la elaboración del vino de la Denominación de Origen Somontano se elabora, prácticamente en su totalidad, en depósitos de acero inoxidable. Algunas bodegas pioneras han incorporado equipos informáticos para controlar el proceso de prensado y vinificación, con lo que obtienen un control detallado que tiene su resultado en la calidad final de los vinos.

El gran incremento del número de Crianzas y Reservas hacen que el envejecimiento se lleve a cabo a partes iguales en botella o en madera. El proceso de maduración debe prolongarse por un plazo no inferior a dos años naturales, contados a partir del 1 de diciembre del año de la vendimia.

El carácter de los vinos de Somontano procede de sus propias uvas, e incluso de la mezcla con otros vinos. Su ligero sabor afrutado y su acidez les confieren un toque personal.

Los tintos Somontano se caracterizan por su gran color con muchos taninos y una buena acidez que les permite largas crianzas. Respecto a los blancos, son productos ágiles, frescos, con cuerpo y color pálido. Los rosados se caracterizan por la amplia gama de colores, gusto afrutado, fresco y suave.


D.O Cariñena

Cariñena, la D.O. más grande y antigua de Aragón, ha dado su nombre a la uva homónima, también llamada Mazuelo en algunos lugares del norte de España y Carignan en Francia. Se trata de una de las D.O. más antiguas de España (1932) .

Durante la década de los noventa ha conocido un rápido desarrollo gracias a la fusión de pequeñas bodegas y cooperativas, así como a la adaptación de sus vinos a los gustos modernos. Así, a los vinos robustos de elevada graduación alcohólica, destinados a su público más autóctono, se les están sumando otros más afrutados, sabrosos, con buen equilibrio y una graduación alcohólica más del gusto del consumidor medio.

Las exportaciones se han cuadruplicado desde 1995 y un nuevo centro de investigación ha ayudado en gran medida a mejorar la producción.

Los romanos fundaron la ciudad de Carae en el año 50 a.C. en una zona donde los lugareños ya elaboraban hidromiel, desde el siglo III a.C.

Durante la Edad Media, los viñedos prosperaron bajo la protección de los monasterios y en el siglo XVI ya ocupaban el 50% de la superficie de la provincia de Zaragoza. Estos vinos alcanzaron rápidamente una gran celebridad: a título anecdótico, con motivo de una visita de Felipe II se instaló una fuente de la que manaba vino.

Los controles sobre los viñedos comenzaron muy pronto, en 1694, cuando se les prohibió a los agricultores plantar nuevas vides.

Situados en el centro de Aragón, a 48 kilómetros al sudoeste de Zaragoza, los viñedos se extienden sobre una llanura de unos 400 metros de altitud al sur del río Ebro, conocida como Campo de Cariñena. Asciende hasta los 800 metros de altitud hacia el sur para encontrarse con la Sierra de Virgen. Hacia el oeste, los viñedos limitan con la D.O. Calatayud.

La superficie del suelo es de caliza rojiza-marrón sobre un subsuelo de roca suelta con mucho carbonato de calcio y, en algunos lugares, pizarra y arcilla. Afortunadamente, retienen bien el agua.

Podemos distinguir cuatro tipos de suelos:

Cascajo. Suelo pardo calizo sobre depósitos alóctonos con áreas de suelo pardo rojizo. Es el suelo que ocupa mayor extensión en la Denominación de Origen Cariñena, se encuentra en toda la parte central de la zona y también en grandes áreas del sur y del este; se presenta en todos los términos municipales que comprende la Denominación de Origen, a excepción de Alfamén, Encinacorba, Muel y Aladrén, en los que prácticamente no aparece. Ocupa la casi totalidad del término municipal de Cariñena. Es un suelo desarrollado sobre diferentes tipos de material calizo, y pobre en materia orgánica. El material geológico de partida está formado por un potentísimo derrubio de muchos metros de espesor, formado principalmente por depósitos pedregosos, en los que los cantos, generalmente soldados y de todos los tamaños, no se hallan cementados y, por tanto, son sueltos. Dentro de estos depósitos se observan diversos niveles margosos y areniscosos.

Royal. Tierras pardas meridionales sobre pizarras, principalmente y cuarcitas, con áreas de xeroranker y litosuelo. Este tipo de suelo ocupa el segundo lugar en extensión en la Denominación de Origen. Se encuentra en la parte oeste y suroeste de la zona y en él está enclavada la Sierra de Algairén. La mitad sur del término de Alpartir está formada por este tipo de suelo, así como dos extensas áreas que ocupan aproximadamente el sesenta por ciento de los términos de Cosuenda y Aguarón en su parte oeste y la totalidad del término de Encinacorba. Coincide con zonas muy deforestadas y erosionadas. Presenta un horizonte A (capa arable) que raramente llega a los 10 centímetros, con pequeño contenido de materia orgánica y muy mineralizado. Su capacidad de cambio (retención de agua de la que se alimenta la planta) es baja y bajo también el grado de saturación (absorción de agua), pues no sobrepasa el sesenta por ciento.

Tierra fuerte arcillosa. Suelo de terraza sobre suelo pardo calizo pedregoso sobre glacis muy destruidos o depósitos alóctonos calizos. Ocupa el tercer lugar por su extensión, es menos abundante que los dos anteriores. Comprende la casi totalidad del término municipal de Alfamén y áreas reducidas y aisladas en los términos de Longares, Mezalocha y Villanueva de Huerva. En Alpartir y Almonacid de la Sierra ocupa las zonas norteñas y se encuentra juntamente con las tierras parcas y el pardo calizo que ocupan la parte sur. Está ligado a un régimen sedimentario fluvial y se formó al variar el régimen hidrográfico de los ríos durante el transcurso del período cuaternario. La capa del suelo nunca es muy profunda, por regla general de unos 50 centímetros, pero a veces menos, disminuyendo su espesor generalmente por erosión cuando aumenta la antigüedad de las terrazas. Todo el perfil es muy calizo y la pedregosidad llega hasta la superficie.

Calar. Suelo de xerorendxinas sobre margas, areniscas y a veces niveles de yesos, con áreas de suelo pardo calizo y litosuelos.Este tipo de suelo puede considerarse por su extensión el cuarto en importancia. Ocupa la casi totalidad del término municipal de Muel y áreas importantes de los términos de Longares, Alfamén y Mezalocha. Es suelo de regiones semiáridas que se forma sobre materiales muy diversos, generalmente muy calizos. Es de bajo contenido en materia orgánica por el escaso aporte material vegetal de partida, pero con buena humidificación. La capa arable, que generalmente es de tipo muel, presenta un color gris ceniza o parduzco, con un espesor máximo de 10 centímetros. Los suelos de xerorendxinas sobre margas areniscas y conglomerados con suelo pardo calizo, ocupan gran extensión en el término de Villanueva de Huerva y parte de los términos de Mezalocha y Tosos.

Es un duro clima continental con temperaturas extremas, que en verano alcanzan los 38ºC y en invierno caen hasta los -8°C. El cierzo, viento muy frío procedente del norte, ayuda a mantener baja la humedad. Esto supone que los agricultores tienen que luchar contra el granizo, los fuertes vientos y el calor excesivo del verano. Además, la sequía puede afectar el tamaño de las cosechas. Los contrastes de temperatura entre el día y la noche ayudan a dar a las uvas su característico sabor intenso.

A pesar de que la D.O. Cariñena ha dado su nombre a la uva Cariñena, las variedades más importantes son la Garnacha Tinta (55% de los viñedos), usada para la elaboración de vinos tintos y rosados, y la Viura Blanca (20%). La Tempranillo (15%), en franca expansión, se usa para los tintos de Crianza. También se está experimentando con uvas importadas, como Chardonnay y Parellada.

La mayoría de las vides están plantadas sobre espalderas en marco real, con tres metros de separación entre las filas. La densidad de los viñedos se sitúa entre 1.500 y 3.000 vides por hectárea. La vendimia empieza por lo general en el mes de septiembre.



Los vinos tintos se elaboran empleando una completa fermentación maloláctica, aunque la maceración carbónica está comenzando a ser utilizada para los tintos jóvenes. La selección para los Crianzas, Reservas y Gran Reservas comienza en los propios viñedos. Cantidades crecientes de uva Tempranillo se añaden a la Garnacha para los Crianzas, en proporción al tiempo total de envejecimiento.

Por lo general, los vinos blancos son elaborados en un 90% con Viura, mientras que para los rosados se utiliza Garnacha junto con otras uvas blancas y tintas. Los rosados, por su parte, mantienen el ácido málico para conservar su total acidez, al tiempo que son macerados para que adquieran color. Los vinos más limpios se suelen beber jóvenes.

Tanto los vinos jóvenes blancos frescos como los célebres rosados se comercializan para su consumo inmediato.

Los tintos poseen el estilo característico de los vinos Garnacha elaborados en los climas calientes, a lo que se añade, en el caso de los Crianza, el sabor y la fuerza de un 5% de uvas Cariñena.

Los blancos secos suponen un quinto la producción total, pero también hay que destacar los clásicos vinos dulces de Moscatel.