Toro es una histórica área vinícola que ha regresado con fuerza en los últimos quince años con un vino tinto rico y potente basado en la uva autóctona Tinta de Toro (variante local de Tempranillo).
Los vinos comenzaron a mostrar su potencial después de que una nueva generación de enólogos cualificados comenzara a trabajar en la zona, a lo que se sumó la necesaria inversión realizada en equipos de acero inoxidable a partir de los años ochenta. En la última década también se han introducido continuas mejoras en los métodos de vendimia.
Lo que hace especiales a los vinos de Toro, y lo que les ha dado fama desde tiempos medievales, es la combinación de fuerza, buena fruta, frescura, acidez y el talento de los viticultores de la comarca para conseguir una óptima maduración . Los resultados de sus vinos en diferentes catas realizadas por todo el mundo demuestran que las inversiones realizadas en el pasado empiezan a dar sus frutos.
Los productores locales consideran vinos jóvenes a los que tienen dos años; Crianzas, a los que tienen de cinco a nueve; Reservas, a partir de los trece años y Grandes Reservas cuando alcanzan los veinte años.
En Toro se elabora vino desde finales del siglo I a.C., cuando los griegos enseñaron cómo hacerlo a las tribus celtas locales. Después, en la temprana Edad Media, estos vinos fueron los primeros en comercializarse de toda la región del Duero.
Alfonso IX otorgó tierras en esta comarca a las órdenes religiosas, como a la de la Catedral de Santiago de Compostela, que carecían de vides en sus regiones de origen. De hecho, de las cuarenta iglesias y conventos que existen en la antigua ciudad de Toro, muchas fueron construidas gracias a la riqueza generada por el vino. Todo esto fue dando reputación a ese tinto, que empezó a ser vendido a otras ciudades, como Sevilla o Palencia, hasta el punto de que, éstas, se vieron obligadas a promulgar leyes proteccionistas. En esa época, los productores construían bodegas subterráneas para conseguir una mayor calidad al controlar mejor la temperatura.
A finales del siglo XIX, grandes cantidades de vino fueron enviadas por tren a Francia durante la crisis de la filoxera, que no afectó a los viñedos de la zona, protegidos por su suelo arenoso. Por esta razón, vides de otras zonas castellanas afectadas por la filoxera fueron reemplazadas por otras procedentes de Toro.
La D.O. Toro está situada al sudeste de la provincia de Zamora y sus viñedos limitan al noroeste con la D.O. Rueda. Están a su vez divididos entre el sur de Zamora, donde se sitúa la gran mayoría de los mismos, y la provincia de Valladolid, en la que penetran unos pocos kilómetros. La importancia de estos viñedos ha sido tal que ellos han dado su nombre a la comarca y a la pequeña e histórica ciudad de Toro, situada sobre el río Duero, en el norte del área de cultivo.
Los viñedos se encuentran a una altitud de entre 650 y 825 metros sobre el nivel del mar, principalmente en un terreno suavemente ondulado con pendientes muy ligeras al sur del río Duero. En la parte norte del río están los viñedos de Morales de Toro y Pedrosa del Rey, que fueron añadidos con posterioridad a la creación de la D.O.
Predominan los suelos fluviales en los valles próximo al río Duero y a sus afluentes: Guarena, Talanda y Hornija. En el norte hay caliza y, lejos de los ríos, los terrenos tienden a ser secos y arenosos con un subsuelo pedregoso y pobre en materias orgánicas, pero bien drenados.
El clima es continental extremo, con veranos largos, calurosos, y a veces muy secos, y con inviernos muy fríos. Las temperaturas pueden caer hasta los 10 grados bajo cero y la pluviosidad varía desde los 300 mm en el norte de la región hasta los 400 mm en el sur.
En invierno, los vientos pueden traer inesperadas lluvias adicionales. Las heladas son un riesgo entre octubre y la primera semana de mayo, y los viñedos situados en la baja planicie son susceptibles de ser azotados por fuertes vientos.
La variedad autóctona de uva Tinta de Toro, adaptada de la Tempranillo, ha sido progresivamente replantada entre los años 1996 y 2001, lo que se ha traducido en un incremento de su cuota del 60% a más del 75% de los viñedos. Este proceso todavía continúa, paralelamente a la concentración de viejos minifundios que se encontraban desperdigados.
Tinta de Toro es la uva principal de la denominación, pero no la única: hay otras variedades como Garnacha Tinta, Malvasía y Verdejo que se cultivan en menores cantidades para elaborar vinos rosados y blancos. Merlot y Cabernet Sauvignon han comenzado a cultivarse de forma experimental.
Debido a la larga y calurosa estación veraniega (alrededor de 230 días), los racimos maduran muy pronto y están listos para su recogida dos semanas antes que en Rioja. Las vides son plantadas de forma libre en vaso o en espaldera. Debido a que los terrenos son secos y arenosos, muchas vides son injertadas para prevenir la filoxera.
Las seis bodegas originales de la D.O., en manos de familias o cooperativas, han invertido en el transcurso de los últimos veinte años en modernos equipos de acero inoxidable; por otro lado, quienes han llegado a la comarca para invertir en la industria del vino han construido bodegas dotadas con las últimas tecnologías. Junto a ellas, sin embargo, las antiguas bodegas subterráneas están siendo rehabilitadas y reabiertas.
Toro ha consolidado su reputación en los últimos tiempos gracias a sus grandes tintos, ricos y complejos en aromas y sabores. Todos los tintos son elaborados supuestamente al 100% a partir de la variedad Tinta de Toro, pero algunos viticultores añaden un poco de Vermejo, Garnacha o, incluso, Cabernet Sauvignon. En este clima, la uva Tinta da lugar a excelentes vinos jóvenes, aunque un cuarto de los tintos se reservan en la actualidad para crianza. Las regulaciones sobre el envejecimiento siguen los estándares nacionales.
También se elaboran pequeñas cantidades de blanco y rosado. Los blancos dulces son elaborados con la uva Malvasía, mientras que los caldos fermentados en frío son frescos y secos con doble cuerpo, con un fuerte sabor afrutado y un final seco que la Malvasía les confiere cuando ha sido tratada y fermentada correctamente. Los rosados suelen estar elaborados con Garnacha, con entre 12 y 24 horas de maceración, y son jugosos y robustos.
Los vinos comenzaron a mostrar su potencial después de que una nueva generación de enólogos cualificados comenzara a trabajar en la zona, a lo que se sumó la necesaria inversión realizada en equipos de acero inoxidable a partir de los años ochenta. En la última década también se han introducido continuas mejoras en los métodos de vendimia.
Lo que hace especiales a los vinos de Toro, y lo que les ha dado fama desde tiempos medievales, es la combinación de fuerza, buena fruta, frescura, acidez y el talento de los viticultores de la comarca para conseguir una óptima maduración . Los resultados de sus vinos en diferentes catas realizadas por todo el mundo demuestran que las inversiones realizadas en el pasado empiezan a dar sus frutos.
Los productores locales consideran vinos jóvenes a los que tienen dos años; Crianzas, a los que tienen de cinco a nueve; Reservas, a partir de los trece años y Grandes Reservas cuando alcanzan los veinte años.
En Toro se elabora vino desde finales del siglo I a.C., cuando los griegos enseñaron cómo hacerlo a las tribus celtas locales. Después, en la temprana Edad Media, estos vinos fueron los primeros en comercializarse de toda la región del Duero.
Alfonso IX otorgó tierras en esta comarca a las órdenes religiosas, como a la de la Catedral de Santiago de Compostela, que carecían de vides en sus regiones de origen. De hecho, de las cuarenta iglesias y conventos que existen en la antigua ciudad de Toro, muchas fueron construidas gracias a la riqueza generada por el vino. Todo esto fue dando reputación a ese tinto, que empezó a ser vendido a otras ciudades, como Sevilla o Palencia, hasta el punto de que, éstas, se vieron obligadas a promulgar leyes proteccionistas. En esa época, los productores construían bodegas subterráneas para conseguir una mayor calidad al controlar mejor la temperatura.
A finales del siglo XIX, grandes cantidades de vino fueron enviadas por tren a Francia durante la crisis de la filoxera, que no afectó a los viñedos de la zona, protegidos por su suelo arenoso. Por esta razón, vides de otras zonas castellanas afectadas por la filoxera fueron reemplazadas por otras procedentes de Toro.
La D.O. Toro está situada al sudeste de la provincia de Zamora y sus viñedos limitan al noroeste con la D.O. Rueda. Están a su vez divididos entre el sur de Zamora, donde se sitúa la gran mayoría de los mismos, y la provincia de Valladolid, en la que penetran unos pocos kilómetros. La importancia de estos viñedos ha sido tal que ellos han dado su nombre a la comarca y a la pequeña e histórica ciudad de Toro, situada sobre el río Duero, en el norte del área de cultivo.
Los viñedos se encuentran a una altitud de entre 650 y 825 metros sobre el nivel del mar, principalmente en un terreno suavemente ondulado con pendientes muy ligeras al sur del río Duero. En la parte norte del río están los viñedos de Morales de Toro y Pedrosa del Rey, que fueron añadidos con posterioridad a la creación de la D.O.
Predominan los suelos fluviales en los valles próximo al río Duero y a sus afluentes: Guarena, Talanda y Hornija. En el norte hay caliza y, lejos de los ríos, los terrenos tienden a ser secos y arenosos con un subsuelo pedregoso y pobre en materias orgánicas, pero bien drenados.
El clima es continental extremo, con veranos largos, calurosos, y a veces muy secos, y con inviernos muy fríos. Las temperaturas pueden caer hasta los 10 grados bajo cero y la pluviosidad varía desde los 300 mm en el norte de la región hasta los 400 mm en el sur.
En invierno, los vientos pueden traer inesperadas lluvias adicionales. Las heladas son un riesgo entre octubre y la primera semana de mayo, y los viñedos situados en la baja planicie son susceptibles de ser azotados por fuertes vientos.
La variedad autóctona de uva Tinta de Toro, adaptada de la Tempranillo, ha sido progresivamente replantada entre los años 1996 y 2001, lo que se ha traducido en un incremento de su cuota del 60% a más del 75% de los viñedos. Este proceso todavía continúa, paralelamente a la concentración de viejos minifundios que se encontraban desperdigados.
Tinta de Toro es la uva principal de la denominación, pero no la única: hay otras variedades como Garnacha Tinta, Malvasía y Verdejo que se cultivan en menores cantidades para elaborar vinos rosados y blancos. Merlot y Cabernet Sauvignon han comenzado a cultivarse de forma experimental.
Debido a la larga y calurosa estación veraniega (alrededor de 230 días), los racimos maduran muy pronto y están listos para su recogida dos semanas antes que en Rioja. Las vides son plantadas de forma libre en vaso o en espaldera. Debido a que los terrenos son secos y arenosos, muchas vides son injertadas para prevenir la filoxera.
Las seis bodegas originales de la D.O., en manos de familias o cooperativas, han invertido en el transcurso de los últimos veinte años en modernos equipos de acero inoxidable; por otro lado, quienes han llegado a la comarca para invertir en la industria del vino han construido bodegas dotadas con las últimas tecnologías. Junto a ellas, sin embargo, las antiguas bodegas subterráneas están siendo rehabilitadas y reabiertas.
Toro ha consolidado su reputación en los últimos tiempos gracias a sus grandes tintos, ricos y complejos en aromas y sabores. Todos los tintos son elaborados supuestamente al 100% a partir de la variedad Tinta de Toro, pero algunos viticultores añaden un poco de Vermejo, Garnacha o, incluso, Cabernet Sauvignon. En este clima, la uva Tinta da lugar a excelentes vinos jóvenes, aunque un cuarto de los tintos se reservan en la actualidad para crianza. Las regulaciones sobre el envejecimiento siguen los estándares nacionales.
También se elaboran pequeñas cantidades de blanco y rosado. Los blancos dulces son elaborados con la uva Malvasía, mientras que los caldos fermentados en frío son frescos y secos con doble cuerpo, con un fuerte sabor afrutado y un final seco que la Malvasía les confiere cuando ha sido tratada y fermentada correctamente. Los rosados suelen estar elaborados con Garnacha, con entre 12 y 24 horas de maceración, y son jugosos y robustos.
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El veedor de la DO, Carlos Gallego, pregonará la Fiesta de la Vendimia.
M. J. C. El enólogo y veedor del Consejo Regulador, Carlos Gallego pregonará la próxima edición de la Fiesta de la Vendimia, que se celebrará del 7 al 10 de octubre. Así lo confirmó ayer la concejala de Festejos, Francisca Hernández, quien resaltó que la elección de Gallego responde a que «es un gran entendido» y a que siempre está dispuesto a colaborar en los distintos actos que organiza el Ayuntamiento de Toro, vinculados al sector vitivinícola. Hernández también resaltó que para el Ayuntamiento es un gran honor que Gallego haya accedido a dar lectura al pregón inaugural de la Fiesta de la Vendimia.
Por su parte, el veedor del Consejo reconoció sentirse gratamente «sorprendido» tras recibir la propuesta de la concejalía de Fiestas, a la vez que subrayó que «estoy encantado de que la gente me quiera tanto en Toro como para hacerme pregonero de la Fiesta de la Vendimia». Gallego empezó a trabajar como veedor del Consejo Regulador en 1988, trabajo que compagina con otros cargos como miembro del comité de cata de diversas Denominaciones de Origen de la región o jurado de cata de concursos tan reconocidos como los premios Zarcillo, Tempranillos al mundo o los premios Manojo.
Gallego también ha sido ponente en distintos seminarios sobre el sector vinícola o profesor del máster de enoturismo de la Universidad de Salamanca. El pregonero también es coautor del libro «Vino uva a uva», consultor de vinos españoles o el promotor de la primera empresa de turismo enológico de la Denominación de Origen Toro. Por otra parte, la concejala de Festejos, confirmó que el acto del pregón se celebrará el 7 de octubre en el teatro Latorre y que las fiestas se prolongarán hasta el 10 de octubre. El Ayuntamiento ultima en estos días la confección del programa oficial de actos de la Fiesta de la Vendimia.
La opinión de Zamora
Un vino de Dominio del Bendito, considerado el mejor de España por un equipo de expertos.
La revista “Sobremesa” sitúa al “Titán del Bendito” por encima del laureado “Termanthia” y otro caldo de esta bodega se comercializará en Quebec.
Un vino de la bodega Dominio del Bendito ha sido catalogado como el mejor de España según la revista “Sobremesa”, dedicada al vino, la gastronomía y las tendencias en estas áreas, en su último número del mes de mayo. Se trata del “Titán del Bendito”, un tinto de 2005 que ha obtenido 96 puntos, superando a otro toresano, el “Termanthia”, uno de los vinos «más codiciados del panorama hispano», según destaca la publicación y el cual se ha colocado en tercera posición del ranking con 95 puntos. El propietario y enólogo de la firma, el francés Anthony Terryn, considera «increíble» que haya llegado a colocarse por encima del prestigioso y laureado caldo.
La calificación hace referencia al ranking elaborado para el curso 2008/2009 begin_of_the_skype_highlighting 2008/2009 end_of_the_skype_highlighting, que incluye otros dos vinos de la D.O. Toro, como son “La mula de la Quietud”, de la bodega Quinta de la Quietud, el cual ha conseguido 92 puntos, lo que le ha valido la 21ª posición; así como el “Numanthia”, que, con 91 puntos, ha sido colocado en el puesto número 47. Además, la revista ha considerado al “Titán del Bendito 2005″ como “Vino del mes” del número de mayo, del que destaca que se trata de un «tinto que coincide con los grandes en el manejo de las mejores materias primas y que, además, es capaz de trasmitir esa sensación de plenitud que sólo los escogidos pueden lograr». De la bodega en la que ha sido elaborado resalta que desde hace un par de añadas viene «sorprendiendo con una ascendente calidad» y que «aspira modestamente a brillar en el poderoso escenario de la D.O. Toro». Califica sus vinos en general de ?bien definidos, ambiciosos sin caer en la pretensión y razonables en el precio». La revista destaca en sus titulares la “fuerza arrolladora” de los Tintos de Toro en una cata que “ha rayado a un nivel soberbio”.
No es esta, sin embargo, la única buena noticia que se ha producido en torno a esta pequeña bodega toresana , ya que otra publicación, en este caso francesa, “La revue du vin de France”, incluye tres de sus vinos en el especial que ha dedicado a los caldos españoles. Se trata del “Dominio del Bendito Crianza 2004″, el “Dominio del Bendito Crianza 2005″ y el “Dominio del Bendito 2007″, siendo este último el que ha recibido mayor puntuación de los tres.
Por otro lado, Terryn se ha mostrado muy satisfecho tras haber sido seleccionado otro de sus vinos, el “Dominio del Bendito seis meses en barrica”, para ser comercializado dentro del Monopolio de Quebec, Canadá. «El Gobierno canadiense es quien gestiona el mercado del vino y estoy muy contento porque entrar en él conlleva un proceso muy largo y complicado, ya que hay mucha competencia puesto que es un mercado muy interesante», ha dicho el enólogo afincado en Toro, quien ha explicado que el caldo ha sido seleccionado por los canadienses tras la «demanda» de vinos de la zona que hicieron. El caldo elegido es el primero que elaboró la bodega.
Extraido de: http://www.laopiniondezamora.es/toro/2009/05/19/toro-vino-dominio-bendito-considerado-mejor-equipo-expertos/357235.html
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