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D.O. Rueda

Desde que en 1980 esta tradicional zona vinícola consiguiera la categoría de D.O., ha experimentado una segunda etapa de desarrollo, convirtiéndose en la región más representativa de los vinos blancos de Castilla y León.

Está situada en la zona alta de la meseta norte, en plena altiplanicie del Duero, ocupando una gran extensión de la provincia de Valladolid y de las colindantes Segovia y Ávila. Se extiende sobre un terreno suavemente ondulado que discurre entre algunas de las ciudades que jugaron una parte más destacada en la historia medieval de España.

La replantación extensiva de este área con uvas autóctonas, en particular Verdejo, ha dado lugar a una generación nueva de vinos frescos, jóvenes, muy afrutados que ahora comienzan a ser envejecidos . A esta variedad se unen la Sauvignon Blanc, que se integra perfectamente con los vinos de la zona, y la Viura, que aporta un punto de acidez y ligereza. Las tres juntas conforman un trinomio perfecto para elaborar vinos de calidad.

En la actualidad, todas las bodegas están dotadas de equipos de acero inoxidable; reralizan la cosecha, mecanizada, de noche; y protegen con gas inerte las uvas en el trayecto del viñedo a las prensas. Al mismo tiempo, los viticultores de esta zona continúan haciendo vinos del estilo de Jerez, como los rancios oxidados y los generosos envejecidos bajo una capa de levadura natural (flor) de uvas Palomino, plantadas después de que la filoxera destruyera las vides.

En otoño 2001 la D.O. Rueda decidió incluir vinos tintos en su regulación . Además, se espera que en un futuro cercano los vinos tintos que se comercializan como Vinos de la Tierra de Medina del Campo pasen a formar parte de la D.O.




El desarrollo de la viticultura en esta zona comenzó en el siglo XI, después de la Reconquista, gracias a Alfonso VI, quien ofreció plena propiedad de la tierra a los repobladores. Algunas órdenes monásticas aceptaron de buen grado la oferta y construyeron monasterios, usando los viñedos para proveer a la zona de vino y abastecer a la corte castellana. Posteriormente, llegó a requisar la mitad del vino producido en Medina del Campo, nombre por el que se conocía la zona entonces.

En el siglo XVIII el área de viñedos era más extensa que hoy y estaba plantada exclusivamente con Verdejo. El éxito del vino se debió, en parte, a la clarificación mediante la arcilla local, que producía un caldo muy limpio y duradero. Los vinos de Rueda tuvieron un éxito comercial más que considerable hasta que la filoxera destruyó dos terceras partes de los viñedos entre 1909 y 1922. La zona se replantó con vides escogidas más por criterios de productividad que de calidad. La uva Palomino reemplazó a la Verdejo, la predominante hasta entonces, y los vinos jóvenes hechos a partir de esta nueva variedad eran vendidos al por mayor.

La idea de crear una D.O. surgió por primera vez en 1935. En 1972, la bodega riojana Marqués de Riscal decidió establecerse en la zona para hacer vinos blancos jóvenes y frescos con la uva autóctona Verdejo, dando así comienzo a una nueva era en la que se replantó una gran zona de viñedos. Así, Rueda consiguió por fin la D.O. en 1980. Desde entonces, la regulación ha sido modificada varias veces para dar cabida en la D.O. a exitosas uvas experimentales, vinos espumosos y tintos.




La D.O. Rueda, al igual que la ciudad del mismo nombre en el centro de la denominación, se encuentra aproximadamente a 170 kilómetros al noroeste de Madrid, en Castilla y León. Es tierra llana, de la meseta alta, con amplios horizontes y suaves colinas ligeramente onduladas.

Los viñedos se extienden a lo largo de tres provincias, aunque la mayoría se sitúan en Valladolid. El río Duero cruza la región de este a oeste al norte de la D.O. Cerca del río, los suelos son aluviales con un contenido en caliza que alcanza el 24%. En el sur, la superficie del suelo es marrón y arenosa con un subsuelo de arenisca y arcilla. El drenaje es bueno y el suelo es razonablemente rico en hierro y fácil de labrar. Las altitudes varían entre 600 y 780 metros sobre el nivel del mar.






El clima es continental, ventoso y con cierta influencia atlántica. Las temperaturas caen bajo cero en invierno, pudiendo producirse fuertes heladas, espesas nieblas, viento y granizo. Por el contrario, en el verano los días son muy calurosos, largos y luminosos, aunque las temperaturas no llegan a ser tan elevadas como en la meseta sur. También hay tormentas ocasionales.

La lluvia es uno de los factores clave en la calidad de los vinos. Normalmente llueve en primavera y otoño, aunque hay años en que lo hace de forma esporádica y uniforme, produciéndose entonces una cosecha de calidad excepcional. La sequía sólo afecta a esta zona ocasionalmente.





Las principales variedades de uva utilizadas para elaborar los vinos blancos son Verdejo (52%) y Viura (22,5%). Sauvignon Blanc (7%) fue introducida de forma experimental por las bodegas Marqués de Riscal y cada vez se cultiva con más asiduidad.

Actualmente, también se permite la elaboración de vinos tintos bajo el control de la Denominación de Origen con uvas Tempranillo, Cabernet-Sauvignon, Merlot y Garnacha. Aunque la uva Palomino Fino todavía está presente en el 18% de los viñedos, en las nuevas plantaciones no se permite su plantación.

Hoy en día la producción por hectárea se encuentra entre un cuarto y la mitad de los niveles permitidos. La mayor parte de los viñedos son plantados a unos tres metros de distancia entre cada fila para permitir la mecanización, lo que ha supuesto un paso importante en la consecución de un cultivo cada vez de mayor calidad, especialmente en el caso de la cosecha rápida durante la noche. La irrigación se permite sólo en fechas especiales como el 31 de julio en Ávila y Valladolid y el 15 de agosto en Segovia.

Las vides se plantan a menudo pegadas a la tierra para que resistan mejor el fuerte viento característico del clima invernal. Además, se están probando varios sistemas para lograr que el aire corra alrededor de las filas de vides durante el caluroso verano.

La tradicionales Verdejo y Viura se recogen cuando presentan un porcentaje potencial de alcohol de 12 grados. Se cosechan de noche o muy temprano por la mañana, y posteriormente, se protegen con un gas inerte más pesado que el aire.


Hay tres tipos de vino blanco joven: Rueda Superior, con un mínimo del 75% de uva Verdejo; Sauvignon Blanc, basado al 100% en esta variedad; y Rueda Blanco, elaborado a partir de un mínimo del 40% de Verdejo o Sauvignon. Los vinos de la variedad Verdejo se caracterizan por su buena estructura, muy aromática y ácida.

Los vinos espumosos deben elaborarse con el 40% de Verdejo para vinos medios y semidulces, y el 85% de Verdejo para Brut y Brut Nature.

Tanto el Rueda Pálido como el Rueda Dorado se pueden elaborar con cualquier combinación de uvas autorizadas. El primero es un vino de licor, seco, con una contenido alcohólico mínimo del 15%. El Dorado es también un vino de licor, seco, de crianza oxidativa, con una graduación alcohólica mínima de 15º.

Los rosados y tintos han sido definidos recientemente por la regulación, que se actualizó en 2001. Se elaboran respectivamente con el 50% de variedades rojas y el 50% de Tempranillo.


Los vinos blancos, frescos y luminosos, por los que es famosa la D.O. se elaboran con uvas que inicialmente se enfrían (por debajo de la temperatura de fermentación) y luego permanecen cubiertas de un gas inerte durante el proceso de fermentación en frío. El prensado se hace con mucho cuidado y el mosto florse mezcla con vino previamente prensado.

Al igual que en la Ribera del Duero, los vinos tintos se elaboran mediante las técnicas más actuales: se despalillan y fermentan las uvas y la pulpa, después de extraído el mosto flor, se prensa añadiéndole el vino prensado al mosto anterior para obtener la mezcla final.

Las regulaciones sobre el envejecimiento para los vinos de Crianza, Reserva y Gran Reserva, tanto tintos como blancos, son una variación sobre el sistema nacional y especifican que los barriles no deben tener más de ocho años de antigüedad. Los vinos fermentados en barril sólo pueden etiquetarse si han sido fermentados en barricas de 225 litros y reposados sobre sus lías al menos durante tres meses.

Vinos tradicionales como los generosos siguen un eficaz y acelerado proceso de oxidación tras su fermentación tumultuosa. Al cabo de unos diez meses, el vino cobra un peculiar color oro y se forma una fina película de levadura llamada flor en la superficie. Los generosos deben pasar un mínimo de cuatro años en el proceso de oxidación para que envejezcan. El vino pálido debe pasar los dos años finales de su envejecimiento en roble, y el dorado, los últimos tres.

Los vinos espumosos se elaboran mediante el llamado método tradicional, pero con la uva Verdejo en vez de Viura, y deben pasar al menos nueve meses sobre sus lías antes del degüelle.


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