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D.O Montilla Moriles

La D.O. Montilla-Moriles se sitúa en la provincia de Córdoba. La vid comparte espacio con el trigo y los olivos, en consonancia con la famosa trilogía mediterránea: pan, vino y aceite.
Montilla es otra de las denominaciones que intenta abandonar su clásica imagen con la apuesta por nuevas variedades de uva y nuevos sistemas de producción que la ayuden a una mejor comercialización de sus vinos y a reducir los excedentes, que podrían incluso hacer peligrar la conservación del patrimonio vinícola de la zona.
Sus vinos a menudo se confunden erróneamente con los de Jerez, aunque la historia de los vinos de Montilla-Moriles es tan larga e ilustre como la de sus famosos vecinos. Las diferencias entre ambos vinos son bastante claras: el de Jerez es un vino de aroma aceitunado, a veces salino, de gusto muy seco, mientras que el de Montilla-Moriles desarrolla otros aromas continentales, a tomillo, romero, a monte bajo. Al paladar, son vinos que recuerdan a la avellana, mientras que los de Jerez tienen gusto almendrado. Además, los finos de Montilla tienen más cuerpo y son más oleosos, menos secos, con una baja acidez y un típico final rústico, amargo.
Hay tres tipos básicos de vino de Montilla: jóvenes afrutados, de Crianza y generosos, que se consiguen a través del sistema de solera y ofrecen una amplia gama de estilos que van desde el fino o el amontillado (inventado aquí en el siglo XVIII) al oloroso.
Los vinos Pedro Ximénez son de creciente importancia, e incluso vendidos de forma legal a los productores de Jerez y Málaga .
Las plantaciones experimentales de uvas más limpias y ligeras, que no están permitidas en la D.O., indica que se está estudiando la idea de crear una subdenominación para producir vinos tintos y blancos jóvenes.
El clima ofrece un enorme potencial para el cultivo ecológico , que comienza a desarrollarse.

Existen archivos y manuscritos que señalan la existencia de viñedos en Jerez desde la época de la ocupación musulmana, al comienzo del siglo VIII. Sin embargo, se sabe también que los fenicios fundaron la ciudad de Gadir, actualmente Cádiz, posiblemente en el mismo lugar donde se sitúa hoy día, en el año 1.100 a.c. y que ya entonces los vinos se exportaban desde su puerto. Algunas fuentes sugieren que los vinos se producían en una zona fértil alrededor de Gadir.
El origen de la viticultura de Jerez hay que buscarlo en los fenicios, pueblo del otro extremo del Mediterráneo que trajo consigo el cultivo de la vid al sur de España, en torno al año 1.000 a.c. El nombre de la denominación Jerez parece provenir del nombre dado por los griegos a la ciudad, Xera, que significa “tierra seca”. Ya durante la época romana, en la que Jerez pasó a llamarse Ceret, hay archivos que recogen la salida en barcos de millones de ánforas de vino camino de Roma, y es entonces cuando el Vinum Ceretensis empieza a ser auténticamente conocido y apreciado fuera de nuestras fronteras. Desde 1264, con la reconquista de la ciudad por Alfonso X el Sabio, Jerez, rebautizada como Xeres, se convirtió en frontera entre la España musulmana y la cristiana. De ahí el nombre de Jerez de la Frontera.
El vino original de Jerez fue probablemente un producto de gran fuerza elaborado a partir de las uvas Malvasía y Muscat, vides importadas de Grecia. Su elevada graduación alcohólica fue decisiva ya que permitió que el vino se conservase bien, evitando así que se convirtiese en vinagre durante su traslado en las ánforas.
A partir del siglo XII empieza a enviarse a Inglaterra, por eso los ingleses, siempre tradicionales y principales consumidores de estos vinos, lo conocen como el nombre árabe de la ciudad, Seris o Sherish, que por derivación fonética se conoce actualmente como Sherry. A finales del siglo XVI, los Sherry-sack, se consideraron los mejores vinos del mundo, una reputación que fue creciendo sobre todo en el norte de Europa hasta 1850. El nombre “sack” procede de la forma española “saca”, en francés llamada “tirage” y que significa sacado del barril.
En el último cuarto del siglo XIX se produjo la gran explosión en la exportación del Sherry, con las bodegas de Jerez trabajando al máximo para poder hacer frente a la gran demanda de los países del norte, especialmente Holanda e Inglaterra, que todavía hoy continúan siendo los dos mayores mercados. Curiosamente, esta fue la época en la que la filoxera destruyó muchos viñedos europeos y algunas bodegas fueron a la bancarrota antes de la replantación de la viña en el siglo XX. No obstante, la recuperación de tan devastadora enfermedad de la vid fue especialmente rápida en la región, porque cuando llegó a los viñedos de Jerez ya se conocían sobradamente las formas de combatirla.
Entre 1944 y 1979, las exportaciones aumentaron de 135.000 a 1.500.000 de hectólitros. Sin embargo, en los años 80 descendieron hasta la mitad y en la actualidad se sitúan alrededor de los 700.000 hectólitros. Pero como contrapartida, el valor de los vinos es mucho mayor que en 1979.
La Zona de Producción del Jerez, donde están situados los viñedos, comprende los términos municipales de Jerez de la Frontera, El Puerto de Santa María, Sanlúcar de Barrameda, Trebujena, Rota, Chipiona, Puerto Real y Chiclana, en la provincia de Cádiz, además de determinados pagos de Lebrija (Sevilla).
El suelo está formado por terrenos ondulados, de marga caliza blanca; sus célebres albarizas (alba en latín significa blanca) son tierras esponjosas y muy profundas, con excelente capacidad de retención de agua e inmejorables condiciones para el desarrollo del viñedo, reservando el agua de las lluvias para los meses más secos y calurosos. Otros tipos de tierras destinadas también a la producción de vinos de Jerez son las conocidas como “barros” y “arenas”, aunque ocupan menor porcentaje de superficie.
Además, existe la llamada Zona de Crianza, circunscrita a las ciudades de Jerez de la Frontera, El Puerto de Santa María y Sanlúcar de Barrameda para la Denominación de Origen “Jerez-Xérès-Sherry”, que es donde se encuentran las Bodegas de Crianza y Expedición. Solo el vino procedente de la zona de Crianza tiene derecho al uso de la Denominación Jerez. En el caso de la Denominación de Origen Manzanilla-Sanlúcar de Barrameda, la Zona de Crianza está limitada a la ciudad de Sanlúcar de Barrameda.



El clima corresponde al de una zona meridional cálida, con importante influencia del Océano Atlántico. La vid soporta en período activo una temperatura media de 17,5º centígrados. El viento de poniente es el que aporta a la cepa la humedad marítima, regando durante las madrugadas del estío las viñas de Jerez con los rocíos o ‘blanduras’. Ello actúa como un factor moderador, atenuando los rigores del verano del Marco y el efecto de los cálidos vientos de levante.
La región goza anualmente de 290 días de sol despejado e intensa luminosidad, sin heladas ni pedriscos. La pluviosidad alcanza una media de unos 600 l/m2 y se concentra en su mayor parte en los meses de octubre a mayo, proporcionando al suelo las reservas de agua que serán utilizadas por la planta en los meses secos de verano.
Estas condiciones climáticas favorecen el óptimo desarrollo de las plantas y la perfecta maduración de la uva hasta el momento de la vendimia.

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