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D.O. Valdepeñas

Las vides que forman la D.O. Valdepeñas se encuentran casi por completo rodeado por la D.O. La Mancha, aunque se trata de una denominación totalmente independiente debido a su larga historia como zona vinícola, poseyendo un estilo propio de elaboración del vino.

Desde la plantación de la uva Airén, después de que la filoxera destruyera los viñedos en 1911, surgió en Valdepeñas un estilo propio de vinos tintos denominados aloque o clarete, obtenidos de la mezcla de uvas blancas y tintas. Hoy, sin embargo, hay un creciente interés por los tintos envejecidos, que conservan un suave carácter distintivo.

La atención puesta en el control de calidad, las nuevas tecnologías aplicadas a la elaboración del vino y la maestría con la que se realiza su comercialización, auguran un gran futuro a los caldos de esta denominación.





Todo parece indicar que la tradición vinícola de Valdepeñas se remonta al tiempo de los íberos. Durante la época musulmana se convirtió en una importante área de producción, debido sobre todo a una concesión especial hecha por el Califato de Toledo, que permitió la elaboración de vino para el abastecimiento de la ciudad.

Tras la Reconquista, Valdepeñas tuvo un enorme auge motivado por las grandes cantidades de vino demandadas por las tabernas de la zona. Además, el vino también comenzó a ser exportado a mercados más lejanos como Madrid. Hacia finales del siglo XVIII, la producción anual llegó a ser de unas 200.000 arrobas (3.200.000 litros). La fermentación se llevaba a cabo en tinajas de barro que tenían una capacidad de 1.600 litros y que se encontraban parcialmente hundidas en la tierra con el objetivo de ayudar a mantener la temperatura más fresca. Durante los primeros días del frío invierno, los sedimentos caían de forma natural a su fondo y no era necesario el aclarado.

La llegada del ferrocarril en 1861 permitió el fácil acceso a la costa, lo que supuso un nuevo aumento de las exportaciones, sobre todo hacia Filipinas y América Latina. En 1895, el Tren del Vino comenzó a transportar el vino a Madrid. En 1911, la filoxera destruyó los viñedos de la zona, aunque afortunadamente las bodegas llevaron a cabo diversas acciones para conservar los viñedos, plantando nuevas variedades de uva, principalmente Airén.

Esta crisis también supuso la unión de los productores locales, que hasta el momento habían mantenido intereses opuestos, dando lugar a la creación de una federación regional, que se transformó posteriormente en el Consejo Regulador de la Denominación de Origen en el momento de su constitución en el año 1964.



Valdepeñas se encuentra situada al sur de Castilla-La Mancha, en un cruce natural de caminos entre el sur de España, las regiones mediterráneas, Extremadura y la meseta central. El sur de la denominación se encuentra con las estribaciones de Sierra Morena, que forma una frontera natural con Andalucía, y al este y oeste hay montañas que se elevan hasta los 1.000 metros. Los viñedos más valorados se encuentran en Los Llanos al oeste y en Las Aberturas al norte. El área total de viñedos asciende a 29.616 hectáreas.

Geológicamente, se asienta sobre una planicie rodeada de colinas y su suelo es de una composición caliza, de origen miocénico, con un subsuelo de carbonato cálcico a situado a unos 25 cm. y que se caracteriza por su capacidad para retener el agua. La superficie del suelo es poca profunda y pedregosa, de color pardo-rojizo o pardo-calizo, con elevada proporción de cal que a veces forma costras en las capas inferiores y que hay que romper para posibilitar el cultivo. Se trata de suelos pobres en materia orgánica y bastante sanos.




La abrigada ubicación de Valdepeñas protege a la zona de los cálidos y húmedos vientos mediterráneos, lo que le otorga un clima continental extremo, con inviernos fríos y veranos muy calurosos en los que se roza la situación de semiaridez. Las sequías son, por tanto, frecuentes en verano, al igual que las heladas en invierno, pudiendo incluso causar daños a las cepas.

Las precipitaciones son escasas, apareciendo generalmente en primavera y otoño, en ocasiones en forma de violentas tormentas.

Durante la primavera, el granizo puede llegar a convertirse en un problema para los viñedos, al igual que los fuertes vientos. Aunque esto último no suele afectar demasiado debido a la baja altura a la que se encuentran plantadas las cepas, muy cercanas a la tierra.



Después de la aparición de la filoxera en 1911, los viticultores de Valdepeñas plantaron principalmente la variedad de uva blanca Airénporque ofrecía una mayor resistencia a las temperaturas extremas que la tinta Cencibel. Como resultado de esto, Airén ocupa en la actualidad el 65 % de los viñedos, aunque este porcentaje está comenzando a disminuir lentamente.

Cencibel es la variedad tradicional empleada para el vino tinto. Hoy día también se cultivan Cabernet-Sauvignon y Garnacha. Otras uvas como la Macabeo están ayudando a conferir un nuevo carácter a los vinos blancos.

Los viñedos están plantados en forma cuadrada o rectangular para permitir la mecanización y algunas plantaciones recientes de variedades tintas principalmente se sitúan sobre espalderas. Los portainjertos son escogidos principalmente en función de su resistencia a la sequía y a la caliza.




Las uvas blancas y tintas se transportan a la ciudad de Valdepeñas y se estrujan de forma separada, para después mezclar las propias uvas o sus mostos antes de la fermentación en el caso de la elaboración de vinos tintos claretes. Los mostos de menor calidad se separan del resto antes de la vinificación y la fermentación se lleva a cabo en tanques de acero inoxidable con un control total de la temperatura.

Las uvas blancas después de estrujadas se introducen en un desvinador donde son transportadas hacía arriba, en un ángulo de 45º por medio de un torno. Este proceso actúa como un suave prensado, liberando jugo conocido como mosto yema que pasa a fermentar sin haber tenido contacto con la piel.

Las uvas tintas son sometidas al proceso de estrujado y eliminación del escobajo, pasando directamente al depósito de fermentación donde se le puede mezclar mosto de uva blanca si se quiere obtener vino tinto clarete.

Para la elaboración de vino tinto clarete las normas estipulan un mínimo del 25 % de la uva tinta Cencibel, aunque muchas bodegas llegan a utilizar el 50 % o incluso más, dependiendo de la calidad de la cosecha.

Los vinos rosados se vinifican como los tintos claretes, pero con menos contacto con la piel y una proporción menor de uvas tintas, o bien exclusivamente a partir de uvas tintas al 100 %, en este caso con un contacto con la piel durante un corto período de tiempo.


La mayoría de las bodegas elaboran cuatro estilos básicos de vinos: jóvenes blancos, rosados, tintos y tintos claretes, procedentes de la vendimia más reciente, para su consumo inmediato; crianzas tintos, con un período mínimo de envejecimiento de 24 meses, de los que al menos 6 meses habrán permanecido en barricas de madera de roble de capacidad máxima de 330 litros; reservas tintos, con un período mínimo de envejecimiento de 36 meses, de los que habrán permanecido al menos 12 meses en barricas de madera de roble de capacidad máxima de 330 litros y en botella el resto de dicho período; gran reservas tintos, con un período mínimo de envejecimiento de 60 meses, de los que habrán permanecido al menos 18 en barricas de madera de roble de capacidad máxima de 330 litros y en botella el resto de dicho período.

Los jóvenes blancos elaborados a partir de la uva Airén son frescos y afrutados, con un fondo aromático y herbáceo. Los tintos claretes presentan una frescura similar, pero con el cuerpo que confiere la uva Cencibel. Los de mayor calidad logran combinar la riqueza de las uvas tintas con el toque herbáceo de las blancas.

Los rosados son frescos, chispeantes, ligeros y deliciosos, y provienen del vino de yema obtenido de las uvas Cencibel.

Los vinos envejecidos de Valdepeñas reaparecieron durante la década de los 80. Los Reserva y Gran Reserva deben contener por ley el 100% de las variedades Cencibel o Cabernet Sauvignon. Los Reservas tienden a conservar el sabor a fruta fresca de la uva con la que han sido elaborados y desarrollan deliciosos aromas procedentes del roble.

Los Gran Reservas presentan una gran complejidad de aromas procedentes de la variedad de la uva, del roble de las barricas y del lento proceso de evolución en botella, desarrollando una elegante aunque poderosa suavidad al envejecer.

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