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D.O. Navarra

Hasta los años 80 Navarra, productora de vinos tintos, rosados y blancos, era fundamentalmente conocida por sus tradicionales vinos rosados, pero a partir de esta fecha comienza a emerger como una de las áreas vinícolas más experimentadas de España.

Esta evolución ha sido posible gracias, en gran medida, al desarrollo al que se vio sometida la viticultura con el asesoramiento de la Estación de Viticultura y Enología de Navarra. Este centro, situado en Olite y dependiente del Gobierno de la Comunidad Foral de Navarra, dedica su actividad a la investigación y acción formativa en materia de vitivinicultura, y ha convertido a esta denominación en una de las zonas de producción vinícola con más diversidad de España.

Así, en Navarra se elaboran tintos, rosados, blancos y moscateles, resultado de años de trabajo y estudio en las viñas.


Los primeros datos históricos de la elaboración de vino en Navarra se remontan a los tiempos del Imperio Romano. Así en el siglo II a.c, los romanos construyeron bodegas en las Villas que en los denominados “fundi” (tierras que, una vez conquistado un territorio, daban en propiedad a los soldados jubilados en dicho territorio) se establecían para el asentamiento de ciudadanos romanos y el suministro de las tropas. En las excavaciones efectuadas en las Villas de Arellano (Villa de la Musas), en Falces, en Lumbier, en Muruzábal de Andion (Villa de Andelos), etc., se ha hallado la presencia de instalaciones de vinificación donde se fermentaba, se envejecía y se almacenaba en tinajas el vino.

Ya en el medievo, cuando Navarra se convirtió en un poderoso reino independiente estrechamente unido a Francia, los viñedos prosperaron aún más, en parte para satisfacer la demanda de los peregrinos que realizaban el Camino de Santiago. En el siglo XII, las guías de los peregrinos recomendaban el vino de Navarra y lo consideraban como “excelente”. También comenzó a exportarse y se convirtió, por ejemplo, en uno de los favoritos de Catalina La Grande de Rusia.

Hacia finales del siglo XVIII, la viticultura ya era la principal actividad agrícola de Navarra. Sin embargo, en 1855, enfermedades como el oidium hicieron que los viñedos disminuyeran significativamente, tres años después de que esta enfermedad afectara sobremanera a los viñedos de Burdeos (Francia). Posteriormente, en el año 1892 y de una forma más severa, la filoxera causó serios estragos destruyendo más del 98% de las 49.213 hectáreas de viñedos existentes. Tan grave fue la situación que la administración tuvo que subvencionar una nueva replantación a partir de raíces americanas, más resistentes a las enfermedades. Gracias a estas medidas, los viñedos comenzaron a extenderse de nuevo.

En los comienzos del siglo XX nacieron en Navarra algunas de las primeras cooperativas de España, que monopolizaron durante años la producción y la exportación de grandes cantidades de vino a granel. Después de 1980, el mejor vino comenzó a ser embotellado por cooperativas y bodegas privadas, lo que supuso un considerable cambio en su calidad e identidad.

La nueva imagen de la zona, la creación de nuevas bodegas, estudios y experimentación con variedades mejorantes, renovación de infraestructuras y la calidad final obtenida, son algunas de las claves que explican el empuje alcanzado por sus caldos en los últimos tiempos.



El área de producción de esta denominación se sitúa al sur de Pamplona, la capital de Navarra, y recorre un paisaje formado en sus tiempos más remotos por glaciares, en una zona donde los Pirineos van disminuyendo hasta llegar al valle del río Ebro, que la separa de la meseta central de la península. Las altitudes varían entre los 250 y los 560 metros.

El viñedo navarro se asienta fundamentalmente sobre suelos pardo-calizos formados sobre materiales blandos, con escasa proporción de arcilla, pobres en materia orgánica, sanos y de buena permeabilidad, ideales, por tanto, para este tipo de plantaciones.

La denominación se divide en cinco subzonas, cada una de las cuales posee sus señas de identidad y produce vinos de características propias:

Valdizarbe: Es el centro neurálgico del Camino de Santiago a su paso por esta provincia, por ser donde se unen las distintas rutas jacobeas que atraviesan Navarra. Agrupa a 25 términos municipales. Es la subzona situada más al norte y se asienta sobre la cuenca media del río Arga.

Tierra Estella: Agrupa a 38 términos municipales situados en la Navarra media Occidental y se extiende a lo largo del Camino de Santiago. Se encuentra al oeste de Valdizarbe, sobre la cuenca media del río Ega.

Ribera Alta: Enclavada entorno a la zona de Olite, en la franja media de Navarra y punto de comienzo de la zona sur, y se sitúa en la margen izquierda del río Ebro, sobre las cuencas bajas de los ríos Arga, Ega y Aragón. A ella pertenecen un total de 26 términos municipales.

Baja Montaña: Está constituida por 22 términos municipales situados al noreste de la denominación, sobre la cuenca media del río Aragón.

Ribera Baja: Situada en el sur de Navarra, es la más importante en extensión de viñedos y número de bodegas. Está formada por 14 términos municipales, que se sitúan a lo largo de un llano seco y arenoso, en la margen derecha del río Ebro.

Las ríos que recorren las cuatro primeras subzonas son todos afluentes del Ebro, que discurren desde los Pirineos. La Ribera Baja es atravesada por el propio Ebro. Alrededor del 30% de los viñedos navarros se encuentran en esta área, aunque la mayoría de las replantaciones se han hecho en las frescas tierras del norte.



Por lo general, Navarra posee un excelente clima para el cultivo del viñedo. Es continental, caracterizado por acusados contrastes térmicos. Las subzonas del norte y centro presentan un clima continental seco, con influencias atlánticas y con un calor moderado en el período en el que la uva madura, ya que a partir de mediados del mes de agosto las noches son frescas. La influencia de los ríos situados al sur otorga veranos calurosos, pero secos.

En las zonas más elevadas, las heladas, la lluvia y las tormentas de verano producen problemas ocasionales. La precipitación media es de 626 mm.

La Ribera Alta se divide climatológicamente en dos zonas. Al norte, alrededor de Olite y Lerín, la precipitación media es de 513 mm, con escasez de agua de forma ocasional. Al sur el clima es semi-árido, con precipitaciones medias de 444 mm. La Ribera Baja es también seca, con precipitaciones anuales similares.


Los viñedos de variedades tintas, para la elaboración de vinos tintos y rosados suponen el 95% de la superficie total, aunque los viñedos destinados a la elaboración de vino blanco crecen constantemente. Por su parte, los viñedos de uva tinta han sido replantados de forma extensiva en los últimos veinte años y de forma particular en el norte.

La tradicional Garnacha ocupa el 32% de la superficie de viñedo. El Tempranillo, variedad también tradicional del valle del Ebro, recupera presencia llegando a sobrepasar a la Garnacha (36%) y las variedades francesas Cabernet Sauvignon y Merlot alcanzan niveles considerables (13% y 11%, respectivamente). El resto de la superficie (3%) es ocupado por las variedades tintas Graciano y Mazuelo. Dentro de las variedades blancas se encuentra la Viura, el Chardonnay y la Garnacha Blanca.

Una gran parte de los viñedos se encuentra conducido en espaldera, fundamentalmente con poda de formación en cordón doble, como consecuencia de ser éste el sistema de conducción que presentan la mayoría de las replantaciones efectuadas.

La densidad de plantación supera las 2.400 vides por hectárea. La producción media de las cinco subzonas se encuentra también por debajo del máximo permitido, variando entre los 6.274 kilos por hectárea de Valdizarbe en el norte y los 7.810 kilos por hectárea en el sur. La vendimia comienza con la recolección de las variedades más tempranas, variedades blancas y Tempranillo, alrededor de la primera quincena del mes de septiembre y termina con la de las variedades más tardías, el Cabernet Sauvignon, que generalmente empieza en la primera quincena de octubre.

Generalmente, los agricultores ponen una gran atención en la limpieza y el rápido traslado de las uvas a las bodegas, que fijan sus precios en función de la calidad y el estado de las uvas.


Tintos, rosados y blancos se elaboran, fundamentalmente, en depósitos de acero inoxidable, generalmente dotados de equipos informáticos para el control de la temperatura. De este modo se consigue que la fermentación de cada una de las variedades se efectúe en la condiciones ideales, manteniendo las óptimas condiciones en las éstas llegan a la bodega.

La mayor parte del vino que se elabora en Navarra todavía se destina a un consumo temprano, como vinos sin crianza. La uva tinta destinada a los tradicionales rosados, en su mayoría Garnacha, se macera de 2 a 8 horas hasta conseguir la intensidad y tonalidad colorante deseada, para posteriormente obtener por sangrado, es decir, por gravedad sin intervención de medios mecánicos, los mostos de lágrima que serán sometidos a fermentación con temperaturas de 18 a 20º C.

Los vinos blancos se elaboran, normalmente, mediante la fermentación de los mostos en ausencia de los hollejos (la piel). Aún así, en la actualidad se está experimentando la realización de breves contactos antes de iniciar la fermentación para aumentar los aromas primarios.

Los tintos experimentan una completa fermentación durante un período de 12 a 16 días a temperaturas de 25-30ºC y con las uvas en total contacto con el hollejo.

Los vinos de Crianza y Reserva, están experimentando un considerable auge en los últimos años. Si hasta hace muy poco, solamente algunas de las más antiguas bodegas elaboraban vinos envejecidos en roble con una calidad superior, hoy día están aumentando en proporción al incremento de la plantación de uvas como Tempranillo, Merlot y Carbernet Sauvignon. Los vinos destinados al envejecimiento experimentan una completa fermentación maloláctica. Las normas sobre envejecimiento que rigen a los vinos de Navarra establecen que los barriles de roble no deben superar los 350 litros de capacidad, aunque la mayoría de las bodegas utilizan la tradicional barrica de 225 litros, recipiente que únicamente pueden utilizarse durante nueve años.

Los vinos dulces naturales procedentes de la uva Moscatel, a los que se agrega alcohol durante la fermentación, también pueden ser envejecidos. Deben pasar al menos 18 meses de los dos años mínimos permitidos en barriles de roble. La capacidad de los barriles pueden alcanzar los 650 litros.




Hoy en día, Navarra es sobre todo un área de producción de vino tinto. La uva Garnacha genera vinos jóvenes varietales de gran calidad. En cuanto a la crianza, las uvas de los nuevos viñedos de Tempranillo, Cabernet Sauvignon y Merlot están dando lugar a un verdadero descubrimiento al crear vinos varietales de estas tres variedades, así como un considerable número de mezclas, entre las que destaca la de Tempranillo, Garnacha y Merlot o Cabernet Sauvignon.

La producción de vino blanco (4%), se realiza tradicionalmente con la variedad Viura. Aún así es también importante la producción de vino blanco procedente de la variedad Chardonnay, uva de la que se obtienen vinos de gran riqueza aromática, en unos casos conservando los aromas primarios florales y frutales y en otros los tostados aportados por su fermentación en barrica que ofrecen un espléndido final.

Los famosos rosados de Navarra son frescos y afrutados, con un carácter robusto que consiguen de la maceración de la uva Garnacha.

Finalmente, gracias al auge de los vinos dulces naturales, la tradicional uva Moscatel, está viviendo un renacimiento.

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